Concatenación

En ocasiones uno elige andar en solitario y ensimismado, caminar por un bosque, y al rato del paseo, se da cuenta que ni una brizna de aire mueve la más pequeña hoja.

Aunque la soledad de la arboleda es hermosa, resulta a la vez tediosa porque es silenciosa.
Aún así sigue caminando por él y en una zona menos tupida, entran algunos rayos de sol, llegando a un arroyo en el que se ven las centenarias rocas y el agua, a modo de pequeñas cascadas moldea la piedra siempre húmeda acompañando el piar de algún pájaro, junto al corretear de alguna ardilla, todo ello devuelve la vida al paseo y la alegría torna, momentáneamente, a ese uno que elige andar en solitario por un bosque...

Se moja las manos y el cuello en el arroyo, siente la frescor del agua, esto le hace sonreír y deja fluir un pensamiento que le merodea vacilado. Recuerda a una amiga que no sabe si volverá a ver, que apenas siente cercanía, salvo una sensación que le impele a preguntarse cómo estará, siente y desea que también el sol la acompañe y en ese preciso instante, le envía un pensamiento desde su corazón de amigo: Cuidate.

Sin consciencia de la serenidad exterior, esta vez disfruta de la propia. No hay acuerdo para largo, pero hoy, ha conseguido dejar salir el pedido de su pensamiento merodeador. El sortilegio de la tranquilidad vuelve a posarse en el nido del presente. Algo ha aprendido de su viaje en solitario, ha aprendido que para volar son necesarias las alas, esas que surgen cuando la concatenación aparece.

Emig

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