feed

[Valid Atom 1.0]

viernes, 4 de julio de 2008

Vínculos

El vínculo que une
a tu auténtica familia,
no es de sangre, sino
de respeto y de goce mutuo.
Es raro que los miembros
de una familia
se críen bajo
el mismo techo.

Richard Bach



En ocasiones me he preguntado a partir de qué edad comenzamos a escoger conscientemente a los amigos.
Siendo cada vez menos amante de las preguntas y más de la observación, me viene a la mente una reflexión que queda simbolizada en la llamada
escalera de Jacob, la cual, bíblicamente conocida, entre otras interpretaciones, se da la que simboliza el paso entre la tierra y el cielo.
Algunas o muchas personas pensamos que la vida es un viaje, un estar de paso, y multitud de cosas por aprender y vivir; entre ellas, están las personas que nos vamos encontrando en el camino y cada una, tendrá seguro, el sentido que queramos darle o mejor, aquel que sintamos desde el signo inequívoco de la importancia y los diferentes niveles que marca nuestra conciencia.
Tampoco las personas estamos exentas de la apariencia, pues en ocasiones, damos por sentado cosas que nada tienen que ver con la realidad y no dejamos que el tiempo realice su trabajo con el talante de la justa medida, lejos de lo aparente que suele ser falacia.

Quizás no se trata de dignificar a nada ni nadie, pero tampoco desechar sin conocer realmente, y la paciencia necesaria no está en la respuesta de una pregunta, o entremezclada en la algarabía de pensamientos o disfrazada de esa acuciante necesidad del no sé qué, llamada ansiedad.

Hay un refrán que dice que no por más madrugar amanece más temprano; con lo cual, el sentido natural marca la pauta de lo que es, sin necesidad de ponerle una etiqueta. Los vínculos, unos los encontramos, otros los hacemos y otros desaparecen; pero todos ellos, son óbice de respeto y agradecimiento, quizás son también peldaños de esa escalera, la cual, no conocemos más que el estribo que estamos, aunque miramos atrás muchas veces e intentamos adivinar que hay más arriba, sin disfrutar, sin acabar de aprender del escalón en donde nos encontramos y, a veces sin pensarlo, más fruto del impulso intuitivo que de la impaciencia o el desmadre, estamos uno más arriba, en el cual, observamos algunas cosas desde otro prisma y otras nuevas, todo ello corresponde en ese nuevo momento y lugar.

Hay personas que son vínculos familiares, otros en la amistad, otras nos rozan el corazón y hacen saltar una alegría que yace innata y reverbera saliendo por los ojos, como luz de una nueva vela encendida, otras hacen una función más silenciosa, pero nos quieren aunque no están cerca; hay personas que no nos conocen pero nos sonríen a veces; las hay que no se acercan, porque no saben si molestarán, otras veces somos nosotros quienes no sabemos cómo tratar a ese alguien que sin conocer, sientes contiguo desde el primer momento...
Y demás personas, que pueden ser vínculos en nuestra vida, aún no las hemos conocido, están en su parte del sendero con su andar, conociendo otras y viviendo, pero sintiendo la serena alegría que anuncia en silencio que no estamos solos nunca, que todos nos vamos conociendo y queriendo. Queriendo cuando entendemos que querer no es tener, sino dar, así, podemos querer a todo el mundo...

Emig

Blogalaxia Tags:
Etiquetas: , , , , , , ,

7 comentarios:

Esther dijo...

Hola Emig, es verdad que un vínculo no tiene por qué llevar implicita una relación genética o de sangre.Digamos que estos son los vínculos impuestos.Tenemos los otros los escogidos,los amigos que estos a veces son incluso más fuertes que los naturales.Por eso creo que el que tiene muchos amigos es una persona con un interior rico,porque cada uno de ellos nos aporta una parte de su esencia..
besos

María dijo...

Muchas veces oímos decir, e, incluso, cada uno de nosotros decimos, que debemos vivir el momento, el instante, el presente, y no, como solemos hacer, mirar desde el escalón que hay más arriba, sin haber llegado aún a él, y haciéndolo de esta forma nos estamos equivocando, porque las cosas que pensamos mentalmente, desde lo que no se ha llegado a vivir aún, no son iguales a las que después realmente se llegan a vivir.

Subimos escalones sin haber llegado aún a ellos, adelantándonos mediante nuestros pensamientos a las circunstancias no vividas aún, pensando en lo que sucederá estando ahí, y, no vivimos el momento en el que estamos viviendo, para lo cual, no podremos llegar a ser totalmente felices, si nos dejamos guiar por ese impulso acelerado, pensando en los acontecimientos que aún no han llegado y que creemos sucederán.

A mí esto me ocurre amenudo, me precipito, en mis pensamientos a los acontecimientos no vividos, actúo aceleradamente en todo, viendo siempre desde la escalera más arriba y sin haber llegado aún, y la verdad es que me gustaría mucho no actuar de esta forma, pero no sé cómo podría cambiar en ese aspecto.

Siempre me adelanto en mis pensamientos a lo que puedo llegar a vivir, a lo que me puede llegar a suceder, a todo ... y luego despues ¿qué sucede? que me equivoco, que nada de lo que llegué a pensar fué después tan complicado, que luego ha sido más sencillo de lo que yo imaginaba, y es que ... veo todo tan difícil cuando las circunstancias son totalmente nuevas para mí.

Tu post me ha gustado mucho porque se puede enfocar desde muchos aspectos, y yo lo he enfocado desde mi punto de vista, sobre todo, mirándolo, desde la imagen de esa escalera tan bonita.

Un beso.

Emig dijo...

Hola Esther. Encantado de verte por aquí. Tus palabras rezuman reflexión y además, nombras elementos como es lo natural, que a veces pienso que justamente es lo más cercano a lo imperecedero. Hablas del interior, que también así lo veo.
Un compartir que te agradezco pues la comunicación es también un hermoso vínculo.
Un beso

Emig dijo...

María... dices: "subimos escalones sin haber llegado aún a ellos" ¡me encanta! Es un encanto leerte porque haces de la palabra el vínculo necesario para entender aquello que quizás, por la vorágine de pensamientos, no llegamos a atisbar, salvo cuando escribimos.
Me considero como tú: precipitado. Creo que lo soy menos, supongo que al subir o bajar cualquier escalera, lo hacemos con una determinada precaución y, sin embargo, la vida, por no verla quizás de esta forma, nos precipitamos y dejamos llevar por esa rapidez del pensamiento, el impulso que nos atrae hacia muchas cosas, pero pocas son producto de la reflexión o de un prestar atención.
A veces pienso en el símil de conducir. Por la carretera, respetamos las señales, vamos ordenadamente e intentamos conducir como creemos mejor. En la vida, no conducimos con esa misma atención, cuando lo sencillo y lógico debería ser igualmente importante.
La verdad es que el asunto de los vínculos, ya desde la frase de Richard Bach, me deja muchas veces pensativo pues, me suena a muy importante eso de no dejarse llevar por todo lo sentado que tenemos en la sociedad y sí, quizás, vislumbrar nuevas formas que no son producto del cambio solamente, sino del necesario cambio que debemos producir. A veces creo que somos conscientes de vivir encerrados en ciertas normas, pero no hacemos nada para salir.
Gracias siempre...

Un beso

Isabel dijo...

Desde que leí,hace muchos años, ese libro de R. Bach me quedé enganchada a esa frase(entre muchas otras suyas)y cada día que pasa puedo decirte que me he ido convenciendo más de que es la pura realidad.
Quizás los verdaderos vínculos no nacen,sino que se hacen durante el camino...
Un saludo,emig.

Emig dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Emig dijo...

Isabel. Un comentario que has hecho que lo recibo como muy cercano y más allá de lo agradable, porque para mí es afín...
Agradezco tus palabras pues, todas ellas son bienvenidas, pero, cuando entro a tu blog, salgo con una sonrisa y aquí es encontrarla de nuevo.
Un abrazo!