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domingo, 18 de abril de 2010

Educación y valores


“El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano”. Platón.

Abramos los sentidos y preguntemos a nuestros corazones qué es la educación. Porque los tiempos están cambiando muy deprisa y la educación quedó estancada en formas de superficie sin fundamentos que la mantengan. Porque, por ejemplo, a todo le llamamos música; confundimos la emoción con el mensaje del corazón, y el sollozo es a veces fruto del egoísmo más que de la necesidad. Hemos convertido la cultura en multitud de dogmas llamados tradición, y hay nuevas culturas que para sobrevivir necesitan que vivamos su culto… Entonces ¿dónde están las aulas de aprendizaje? Pienso que donde siempre: la naturaleza siempre viva, fiel a sus ciclos aunque destrozada por los seres humanos. Hemos inventado las guerras, como también las crisis; hemos perdido el Norte —que sólo hay uno— y cambiado este por metas tan temporales como una vida en la Tierra que no siembra hoy para dar de comer a los de mañana…
Hemos cambiado responsabilidad por comodidad, y la propia voluntad se mide ahora con palabras como moda, afición, desaliento, aflicción. Parece que el paso del tiempo, en vez de recordarnos lo aprendido en el pasado, preferimos vivir el escaparate cambiante pero piramidal con etiquetas como democracia, globalidad, justicia… Pero los valores eran verdes y se los comió un burro.
La Utopía de Tomás Moro (1516) todavía hoy nos sería de gran referente para el cambio. Un claro ejemplo de convivencia, trabajo y respeto apuntan sus páginas. Mas hoy, el divide y vencerás está servido, porque las masas nos juntamos más para escaparnos de las propias vorágines que para solucionar viendo de cara los problemas. Nos dejamos llevar fácilmente y parece que cada vez somos más la hoja del árbol que el tronco aplomado y sereno. No reconocemos los vientos del cambio porque requieren mucho desapego y esfuerzo. Las fuerzas políticas son un burdo escaparate de benevolencia por interés, cuyo precio pagamos la mayoría permitiendo la desigualdad en vez de la equidad. La educación no es una buena inversión porque sólo genera gastos pero no ingresos. No obstante, cuando una sociedad destina poca o nula importancia a la educación, ¿hacia dónde va? Esto sólo la ignorancia lo sabe; porque estamos demostrando que no vemos las cosas hasta que las tenemos encima y ya es demasiado tarde poder cambiarlas.

Pero… ¿y si aplicamos la buena voluntad en nuestras vidas? ¿Si, en vez de creer lo que nos dicen los medios de comunicación, incluso los ególatras y otros vendedores de tres al cuarto miramos en nuestro interior? ¿Y si creemos que la mayoría realmente quiere la paz? ¿Y si reconocemos que estamos inmersos en una guerra mundial psicológica y económica que podemos parar? Para todo ello será necesario el esfuerzo consensuado; también volver al valor del dictado de las conciencias, y comenzar a ver la enseñanza como instrumento de la educación. Pero una enseñanza que defienda que todo en la vida forma parte del aula del aprender. Que toda circunstancia nos enseña, y permite elegir si queremos ser libres o vender nuestra voluntad en beneficio de unos pocos y detrimento de muchos. Para ello, creo sinceramente que la solución debe venir desde lo social, cuyo compromiso con los valores éticos debe ser un hecho in crescendo vivido. La educación, además de un derecho es un bien común. Un bien que poco interesa a quien mueve los hilos, porque así las personas educadas son pensantes y dejan de ser pensadas. “El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para se gobernados por los demás”. Herbert Spencer.
La educación proporciona al ser humano el reconocimiento y desarrollo de la creatividad. La educación debe ser axial para que su efecto sea integral. A través de los tiempos, la humanidad ha sabido rehacerse y seguir avanzando en el camino de su evolución, pero, al igual que la naturaleza tiene sus ciclos, nosotros hemos creado unos propios, que de tiempo en tiempo nos amenazan con la autodestrucción. Es evidente que aprendemos más desde el sufrimiento que desde la conciencia. Con lo cual, la educación debería ser el denominador común de cualquier actividad o forma de vida. Con educación se entiende el respeto, con respeto se llega a los demás y a uno mismo. Nunca hemos dejado de tener el camino claro; pero sólo hemos decidido hablar de él sin hacerlo.
Si la vida es, entonces, la escuela, ¿dónde están las escuelas que preparan a nuestros jóvenes para la vida? Una vez salen de la escuela, quizás llenos de conocimientos, pero, ¿qué son éstos sin cimientos? No puede haber altruismo cuando se enseña la competitividad. No puede haber amor cuando se enseña desde el egoísmo, partidismo, etc. “El principio de la educación es predicar con el ejemplo”, Anne Robert Turgot.
Sería interesante, provechoso y necesario volver a creer en la capacidad que tenemos inherente de cambiar. Porque lo que nos cuesta es cambiar por convicción propia, y hoy en día los cambios se sobrevienen sin control, producto del desafuero establecido. La educación debiera ser la prioridad de cualquier estado o nación; como también de cualquier padre, profesor o alumno. Porque la educación es una puerta que nos abrimos hacia el horizonte; educación es la palabra de bienvenida hacia el significado de vivir la utopía desde una sola humanidad. La educación no tiene fronteras y es fragancia de libertad, fraternidad y verdadero amor.

Emig




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viernes, 9 de abril de 2010

—¿Crisis? —me pregunto


"El camino hacia arriba y el camino hacia abajo es uno y el mismo".

"El mar es el agua más pura y más corrupta; es potable y saludable para los peces; para los hombres, en cambio, es impotable y deletérea".

Heráclito de Efeso.




¿Por qué no hablar de armonía en vez de crisis? Pero es un riesgo hablar de algo que se espera más que se trabaja ¿verdad?

Me ha gustado especialmente la imagen escogida para este post, porque desde la imaginación, podemos ver que, aunque nuestro querido planeta sea un ser vivo más, en realidad depende mucho de nosotros cualquier efecto que vivamos en él, como todo aquello que hacemos, pensamos, creamos o destruimos...

Siendo sinceros ¿acaso crisis no es una manifestación del movimiento llamado cambio? Sólo que, según vivamos esto de forma conveniente u obligada, llamamos crisis o bienestar. Me pregunto si las crisis no son también una muestra del desafuero que vivimos, que produce, evidentemente, desequilbrio, desconcierto, y, en definitiva son el pago obligado que precederá al impuesto revolucionario que deberemos vivir, cuando decidamos cambiar la corriente de los hechos acontecidos, primeramente los propios y paulatinamente agrandando el alcance del compromiso, llevándolo al llamado BIEN COMÚN...

Entiendo las crisis como el efecto evidente de vivir en desarmonía con lo natural, que es también lo imperecedero. Entiendo las crisis como el resultado de vivir sin aprender del pasado; sin abrir los ojos del corazón y vivir la ternura de su mensaje. Porque la buena voluntad debería ser el estandarte de cualquier ser humano; sin embargo el particular ego acompañado de todos los ismos (los cuales surgen dentro de la corriente vanguardista contra una corriente envejecida y propusieron innovaciones radicales de contenido, lenguaje y actitud vital), está conduciendo el llamado progresismo "global", cada vez más a separarnos del sentido esencial por el que estamos viviendo, cuya base totalmente alejada del egoísmo es el compartir altruista.

Hemos sido enormes masas de gente conducidas al bienestar (aparente), sin ser conscientes de que tal situación engrandecía a unos pocos y empobrecía todavía más a muchos. Hemos creado una sociedad que se ha ido comiendo los valores intrínsecos que nos unen como humanidad, y hemos sectorizado, diversificado tanto nuestra forma de vida, dejando que los distintos sistemas económicos y sociales embebieran "eso llamado libertad".

"Quien mal anda, mal acaba" ¿verdad? Entonces, la crisis ¿forma parte de un nuevo paso en la evolución o del mal andar? La crisis es un termómetro que marca la fiebre alta; sin embargo, ¿quiénes son los enfermos? ¿Los que no tienen trabajo? ¿Quienes no "llegan a fin de mes"? ¿Quienes no tienen un techo ni un sustento mínimo y asegurado al día? ¿Los explotados en cualquier caso? Yo creo que los enfermos son quienes propician, impulsan y crean las crisis. Pero la gran masa llamada opinión pública, más que enfermos estamos dormidos. Y lo estamos porque esperamos que las cosas cambien. Y entendemos que el cambio vendrá cuando, de nuevo, nos sintamos en la cómoda forma de vida "que merecemos", sin contar de nuevo en buscar o vivir ninguna armonía más allá de la propia comodidad y egoísmo.

Tan peligroso es no hacer las cosas bien como dejar que se hagan injusticias, se tomen decisiones del orden que sean cuyo móvil es la separatividad... Pues... entiendo que la sociedad que hemos creado dice "para que yo esté bien, tú debes estar mal". Y esto no es una creación progresista, nacida hace pocos años. Esto es, quizás la premisa desde tiempos inmemoriales que ha roto cualquier posibilidad de armonía. Veamos: se ha materializado el divide y vencerás; se ha oficializado "lo mío es mío, lo tuyo es tuyo"; se han esclavizado las voluntades en torno a necesidades propias pero no comunes. Todo esto y más, ha ido sucediendo tan lentamente que nos hemos enseñado a apreciar, proteger y mantener nuestro bien "a pesar de". La desigualdad ha ido in crescendo, y sobrepasar los límites conduce ver más de cerca las llamadas crisis. Pero, ¿cuándo existe la crisis? Parece ser, que solamente cuando la vivimos muy de cerca; mientras, solamente sabemos de ellas por las noticias.

También las crisis sobrevienen cuando se practica el disconformismo. Si no, solamente hay que ver la "innata" necesidad de muchas personas de vivir sus carencias mediante ayudas psicológicas, dogmáticas, incluso sectarias...


Un claro ejemplo de armonía, respeto y vivencia afín a la Naturaleza, sin necesidad de conocimientos ulteriores son las abejas y las hormigas. ¡No leen filosofía!, pero la conocen. ¡No buscan ninguna verdad!, simplemente la viven. No desarmonizan con nada ni nadie; solamente son y están; y saben cuando corresponde trabajar y cuando descansar. Asumen su compromiso inherente...


Pero el ser humano ¡tenemos mente! Y nos permitimos hacer de abanderado de lo que puede ser una autodestrucción (otra vez).

Siempre me ha gustado el significado de oportunidad. Encuentro el dulce néctar de esta palabra en cada instante que pensamos, hacemos y existimos. Solamente es necesario abrir los ojos y dejarse llevar por el corazón. Pero también dejar aparcado el rito de la seguridad y devolver la mirada al horizonte, contemplando el nuevo Sol de cada día, alumbrando y potenciando el pequeño sol que llevamos dentro, y caminar ese haz sempiterno, que no necesita de ninguna álgebra ni argumento para ser reconocido, porque la Naturaleza es sencilla en expresión y comprensión. Tan sólo es necesario decidir que la buena voluntad sea óbice de existir, sin discriminar, menospreciar ni atribuir soluciones a falsos ídolos o falsas esperanzas, fruto de vivir para hoy sin sembrar para mañana...

Emig

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