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lunes, 23 de agosto de 2010













“Las palabras agradables no suelen ser sinceras, las palabras sinceras no suelen ser agradables”. Tao Te King.




Así como a los ojos les es necesaria la luz para poder ver, así también necesitamos de la educación para poder vivir. Si unimos las palabras luz y educación, aplicadas en estos términos suenan muy similares, ¿verdad? Pero, no es lo mismo hablar de la luz del Sol que de la propia; pues, como sabemos bien, la propia va y viene casi caprichosamente; entonces, tomamos como referente la luz del astro rey y observamos y comprobamos a todos los niveles que ésta tiene una continuidad y cumple su cometido desde su inicio...


Si hablamos de educación y la referimos a la luz propia, comenzamos entonces a profundizar cogidos de la mano de la educación y la luz, y llegamos a la conciencia; y desde ella comprobamos un camino que nunca separa y siempre une. ¿Con qué une? Con la realidad hasta donde la percibimos desde nuestro interior.


Entiendo, que hablar de educación sin unir su sentido a lo que nuestros corazones entienden como luz, sería ir cojos en el camino de la vida. Porque la educación va mucho más allá de unos modos de vivir, incluso de respetar costumbres, de separar las acciones en vicios o virtudes donde lo bueno y lo malo son etiquetas del conjuro anquilosado que llamamos sociedad. La educación ni nos acerca ni nos aleja de la sociedad; la educación nos acerca a la vida silente del alma; y desde ahí creamos la nueva sociedad; porque la educación no es una apariencia de formas cuando vivimos el silencio profundo y respetamos su armonía...


Educación es vivir lo natural. Para ello deberíamos trasladar nuestro pensamiento al inicio primigenio y mirar desde ahí nuestro linaje: "matar a un ser es un asesinato; matar a millones es una guerra". ¿Acaso los conflictos bélicos son educación? Y, sin embargo forman gran parte de nuestro dolor escogido, donde millones de conciencias se han visto superadas por una forma de egoísmo profundamente arraigada en las sociedades pasadas y presentes.


Entonces, ¿dónde falla lo que llamamos educación? Principalmente desde que escogimos el camino de la forma olvidando el del espíritu. Sólo hay que ver la regresión de valores que observamos y vivimos. En ocasiones no hacemos según qué cosas más por miedo que por educación; esto es también una muestra fehaciente de la carencia educacional que vivimos a título simplemente personal. "Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado". Epiceto.


Hablo de sociedad y manifiesto cada vez más su contraste con lo natural, "Donde hay educación no hay distinción de clases". Confucio. ¿Nos damos cuenta, realmente, del trabajo por hacer que tenemos? La educación nos conduce al mejoramiento propio y circundante, mas las palabras educadas sin ser llevadas a la práctica inducen a creernos lo que no somos...


La educación y su práctica propicia el diálogo interior con uno mismo y con los demás. La educación es una puerta abierta hacia la utopía de vivir los verdaderos valores que lleva ingénitos el ser humano en su esencia.


"La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser". Hesiodo. Entonces, profundizar en la educación es hacerlo con uno mismo y descubrir el mensaje de sabios pensadores, que con sus palabras escritas dicen del forjar del alma como camino verdadero. Pero, para ello debemos discernir desde la completa atención la voz de la conciencia, sin caer en la dolencia de la contemplación de multitud de vicisitudes que nos alejan del sentido del porqué de la vida. "La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz". Immanuel Kant.


La importancia de vivir la educación desde lo cotidiano es fundamental para los cimientos de cualquier sociedad que se precie. La educación no puede ser relegada a unos espacios concretos, ni ser vivida sólo cuando es enseñada, tampoco ser el método por el cual uno adquiere más alto grado de prejuicios. Hablamos, quizás desde la primera sociedad creada, de libertad; mas esta libertad la entendemos y hacemos en una balanza donde unos dicen ser felices y otros sufren. De ser la educación más allá de un concepto, un valor espiritual, ¿acaso este valor no corresponde a todos por igual? Cuando hablamos de todos deberíamos contemplar a la humanidad; aprendiendo de ella los errores cometidos, a la vez que contemplarla como campo de siembra y aprendizaje para la educación. "La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la Humanidad?" Gandhi.


¿Nos damos cuenta del arraigo de conceptos y maneras de ver una misma cosa, tal cual hoy, y que esto genera gérmenes de separatividad y discordia? Por ello entiendo la educación como la ética del conjunto llamado humanidad. ¿Hasta qué punto nos sirven a la mayoría los sistemas socio-políticos, cuyos fundamentos revierten la equidad en convulsión?

"No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad". Fernando Savater.


Emig


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