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sábado, 6 de marzo de 2010

Ponencia sobre la Paz

Buenas tardes a todas y todos. Gracias por asistir a esta ponencia sobre la Paz. Intentaremos llegar a todos ustedes con las reflexiones que hemos preparado a modo de síntesis, propiciando así, el que después, puedan ustedes hablar libremente del asunto que nos une ahora mismo en esta sala.


Hablar de la paz, es como querer hablar de la carencia más notoria que ha vivido la humanidad desde que la conocemos. Pero la paz, no es necesaria solamente en momentos de guerra, que en mayor o menor medida hemos vivido desde el principio de los tiempos. Porque paz es contrario a conflicto y, ¿quién no vive, está viviendo o vivirá un conflicto? En realidad, el conflicto está en muchos órdenes de la sociedad, y, sin ir más lejos presente en uno mismo, casi a diario.

Cuando decimos —yo soy eso; o —yo quiero tal cosa; en definitiva el significado de ese yo, en general suele ser fruto del impulso egoísta que llevamos ingénito como un cáncer que necesita ser extirpado. ¿Por qué al afirmar lo que somos o queremos, no lo hacemos desde la perspectiva del bien común? Porque nos han enseñado la libertad desde la protección de nuestro espacio vital. En realidad ¿qué es nuestro? Responderemos, probablemente enseguida —eso que he pagado. Pero, eso que hemos comprado con el dinero de nuestro bolsillo y que necesitamos, no nos preocupa pensar si quien lo ha hecho, ha sufrido del yugo opresor de la forma de "vida" llamada economía. Entonces, adquiriendo ese producto, estamos propiciando que ese estado de conflicto siga vivo; con lo cual, no estamos practicando la paz.

Cuando menospreciamos, estamos dando coba al clasismo (actitud de quienes defienden la discriminación por motivos de pertenencia a otra clase social) y generando algo tan nefasto como es la separatividad. Cualquier idea, tradición, religión o forma de vida que no contemple al ser humano por igual, está permitiendo la posibilidad del conflicto; y tal posibilidad, es, ha sido y será un hecho consumado en esta sociedad, mientras no aceptemos que vivir con disputas del orden que sea es un obstáculo para la paz.

Vean ustedes, como no estamos hablando de la guerra, sino de la ausencia de paz en lo cotidiano. Por tener muy inculcado el sentimiento de lo mío como propio, de lo nuestro como sociedad pero, ¿cómo llamar a lo que es de toda la humanidad? Ustedes se preguntarán ¿cómo van a preocuparse de lo que no conocen siquiera, si, además, ya les falta el tiempo para mantener en paz lo más próximo? Yo les responderé con otras preguntas ¿es demasiado pedir que cambiemos la manera egoísta de ver lo que está más allá del propio interés?, ¿por qué no probar el vivir haciendo por quien sea lo que haríamos por nosotros mismos? Pues, para llegar a la paz, deberemos pagar el precio del concepto de propiedad.

Sin embargo, siendo realistas, no debemos olvidar que estamos inmersos en una sociedad piramidal, aunque sea lamentable, que tres cuartas partes de esa pirámide, no es sólo que ahora no pueden estar aquí, sino peor, pues no tienen seguramente dónde estar ni qué comer, y su supervivencia en cierto modo depende de nuestro nivel de lujos, es decir, egoísmo disfrazado.

Señoras y señores, sólo hay que ver los medios de comunicación, que en todo momento nos alientan con informaciones mediatizadas y comprometidas a mantenernos en esta burbuja de ilusión para unos, esperanza para otros. Nos enseñan el escaparate de cómo están otros países llamados del "tercer mundo"; y nosotros, aquí, aceptamos la existencia de esta realidad con el temor acentuado de perder lo que consideramos nuestro...

Entonces, nuestra conciencia ¿es de paz o de temor? ¿Altruista o egoísta?

Acaso sería necesario, que ahora bajáramos los tres ponentes, nos sentáramos en butacas, y fueran tres de ustedes quienes suben a la mesa y continúan la ponencia, y ¿saben por qué? Porque esto que hablamos ahora es responsabilidad de todos. Y en algún momento, seguro, que muchos de los aquí presentes hemos pensado durante algún instante sobre la paz. Pero, por mucho que votamos lo que creemos mejor, o en ocasiones recordamos eso de contar hasta cien antes de enfadarnos... pero sabemos que no es suficiente. Comenzaría a serlo si fuésemos todos quienes nos levantamos un buen día, y tenemos en nuestras mentes algo de lo que dictan nuestros corazones. Porque ellos llevan la semilla de la Paz. Pero, demostrado está, que las múltiples formas de vida que ha inventado el ser humano en el planeta, siempre hacen que la felicidad de unos sea el sufrimiento de otros...

Emig


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