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jueves, 20 de diciembre de 2012

Ser y Estar


Esta mañana al despertar surge la conciencia física de nuevo y te dices a ti mismo que otro día más aquí y ahora.
Pero algo hay que incita a profundizar y "ves" cuando te adentras que además de todas las obligaciones pendientes y todo lo que deriva la mente, existe una llamada que envuelta, se descubre si la miras atentamente y manifiesta una sola palabra: crear.
Sólo quien se queda en el nido no descubre las maravillas que encierra la Creación, en donde también se encuentra el propio camino, el silente e insoldable sendero que entre líneas sabios pensadores nos han descrito y compartido.
Caminar hacia uno mismo lo veo como el verdadero descubrir de la propia autenticidad. Eso que llamamos espontáneo que surge cuando no pensamos ¿de dónde procede? Eso que llamamos espontaneidad y no viene tamizado por la personalidad, que no tiene miedo ni necesita de seguridades...
Angosto es el caminar cuando lo que somos forma parte del pasado. Ni las fronteras de la imaginación alcanzan cuando seguimos acordes el pálpito del corazón. Porque éste no busca recompensas, ni placeres, ni salidas desde nuestra incertidumbre. El corazón es y está todo el tiempo acunando nuestra respiración que percibimos como un silencio vespertino que demuestra una vida más allá del pensamiento y el deseo; más allá de todo lo vivido...

Emig  

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sábado, 17 de noviembre de 2012

LA CRISIS MUNDIAL NOS AFECTA A TODOS

 Hoy los individuos de todas partes somos conscientes de que el antiguo orden, las antiguas culturas y civilizaciones están desapareciendo con rapidez, y universalmente claman por lo nuevo. ¿Qué es lo nuevo? En todas partes se debieran sentar bases para un nuevo orden de convivencia y de justicia social. Un grupo mundial nos está manejando como marionetas y su sistema da pie a los especuladores, creando esta gran crisis de grandes proporciones: sus causas deben de ser buscadas en muchos factores.
Los pensadores y servidores de la sociedad en general debemos aprender a concentrarnos en una conciencia que nos despierte del letargo en que estamos sumidos; este despertar avanzará progresivamente si nuestros pasos son a través de una visión global, desde lo más pequeño a lo más grande. Retrocediendo en la historia de la humanidad, otra cosa que debiéramos recordar es que el género humano ha ido constantemente adelante, pasando de un estado de ciega ignorancia a otro de preocupación inteligente por la vida en un creciente sentido de responsabilidad, y por eso ha salido a flote de los periodos de decadencia…
Los humanos hemos capeado muchos temporales, y sobrevivido a los retrocesos marcados en los distintos ciclos en que los imperios han estado en la cúspide donde las malditas guerras asolaron las naciones y continentes; es de la historia donde debiéramos de aprender para no repetirla.

Esta crisis mundial está relacionada con determinados cambios geológicos que se avecinan, como ya ha ocurrido en otros periodos planetarios, pero como somos cortos de memoria se nos olvidan las determinadas convulsiones ya ocurridas. El reino humano, henchido de soberbia y de egoísmo, ha alcanzado ahora un punto de tal potencia y de tan elevada actividad vibratoria en nuestra deshumanización, que ha sacudido los cimientos de los valores de respeto y dignidad sufriendo la acción-reacción. Esto precipita una crisis que no ha tenido ningún paralelo en la historia humana, y que es un reflejo de debilidad en las estructuras mundiales; por lo tanto, compete a la ciudadanía actuar de otra manera más coherente y desterrando los egoísmos, la codicia que nos ciega no viendo que la vida de los individuos no sólo es materia sino espíritu y dignidad.
Esta crisis mundial, con todo su horror y sufrimiento, debiera de ser un análisis para las futuras generaciones en los procesos evolutivos del porvenir; asistimos hoy a la muerte de una civilización o ciclo de las futuras razas: pero nos tienen encandilados con una verborrea demagógica que nos priva de pensar por nosotros mismos. La separación que se dio en la Atlántida entre dos grupos: uno expresando la fuerza del materialismo y el otro de energía diferente, aumentando gradualmente el antagonismo, que hasta el fin de la era atlante era tan amplia la línea de demarcación entre las dos facciones que separó a los individuos y los sumió en la gran crisis. ¿No está ocurriendo ahora lo mismo? ¿Acaso no estamos buscando remedios en este momento que son poco éticos? ¿Las pruebas a las que estamos sometidos en este momento son del cambio de mentalidad hacia otro tipo de convivencia y de aplomo? La sociedad grupal estamos sumergidos en un mar de egoísmos en los asuntos puramente materiales, mientras la parte más sutil, la espiritual no cotiza en la bolsa y ésta se desploma cada día. La intolerancia, el intenso orgullo se transforma en decadencia, dolor y sufrimiento, realidades en las que estamos viviendo en esta crisis. En cada uno de los cambios en el eje de la Tierra ha habido cataclismos.

José Tarrazó Durá

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viernes, 27 de julio de 2012

La falsa espiritualidad

La sabiduría divina es puramente ética, son fundamentales las normas de conducta humana y sus grandes ideas cuando no se llevan a la práctica son un fracaso: por lo tanto, todo atisbo de espiritualidad que no se practique con sencillez confunde a las personas. Dícese de la simonía: compra o venta deliberada de cosas espirituales. Esta es una cuestión que entra de lleno en la falsa espiritualidad.
Ya desde los albores de la humanidad, cuando se inventaron las determinadas religiones, los más avispados individuos rindieron culto a los dioses, ¿pero a qué precio? Con sacrificios humanos para infundir miedo a la población, y para tener sujetos a los individuos, para exprimirles con tributos y diezmos, para así llenar los graneros de los poderosos y estos que vivieran holgadamente, y mientras tanto los humildes estaban sujetos a la esclavitud y al menosprecio.
La sabiduría antigua nos dice que sólo hay una religión y que el germen de esta religión fue plantado en las almas de las cosas en el comienzo del mundo”. (Manly P. Hall) Por lo tanto el que las religiones se hayan tornado los guardianes de la espiritualidad es falso. Los que siguen toda clase de dogmatismos de los charlatanes de no importa qué doctrina, es que desconocen que dentro de cada individuo anida un Alma y que en su espíritu se desarrolla la bondad que no está sujeta al miedo, más bien cuando su conciencia se prolonga a través de los seres humanos es cuando se puede estar en comunicación con Dios y con la naturaleza, donde reside la magia y el esplendor de este átomo llamado Planeta y todos los habitantes que tienen su ser y estar.
Si nos diésemos cuenta de que la vida de los individuos es un movimiento, un río con tremenda fuerza, energía, empuje en acción, los seres humanos tendríamos otro concepto de la vida espiritual, en la misma sencillez y dinamismo de lo que somos, no nos harían falta las muletas de ningún charlatán que vende como baratijas las equivocadas pócimas de salvación.
 

Las mentiras especulativas que se imparten en ciertos círculos mal llamados espirituales, sean sectas de no importa qué orden, o en reuniones esotéricas, están falseando la sabiduría ética; esto no corresponde a nuestros días. Estos dogmas generan problemas acuciantes y entorpecen la evolución natural de los individuos necesitados de llenarse sólidamente del espíritu de sencillez y de alegría.
Ni los congresos, ni las reuniones de los que quieren sentar cátedra con sus dogmas resuelven nada en este mundo de la palabrería llamada espiritual: mientras estos idólatras que separan más que unen están haciendo más mal que bien, llamándose discípulos, ¿de qué? Creo que ha llegado el momento de hablar con claridad y poner a cada cosa su nombre: montar negocietes en nombre de la verdad personal es ridículo. Las sombras ocasionadas por la jerga repetitiva de palabras que otros han pronunciado a través de conferencias y libros, demuestra la poca creatividad e ingenio para el público en general.
“Existe el miedo a la muerte; el miedo a perder el trabajo, a la soledad; el miedo a no ser alguien; el miedo y la frustración de ser alguien, de llegar a ser famoso por varios medios, y el miedo a no llegar a serlo” (J. Krishnamurti) 
Nuestra libertad interior debe reflejarse con nuestros actos exteriores; si tenemos miedo, nosotros los individuos no somos libres, estamos fuertemente condicionados por la cultura que nos han inyectado, por el ambiente social y las religiones, por intereses creados, por conveniencias egoístas, por creer que poseemos la verdad, por el afán de protagonismo…
Pero considero que la espiritualidad se halla en la sencillez de lo cotidiano y no en las extravagancias, más bien en esa continuidad de conciencia que es trabajar, servir con humildad y esto solamente se consigue con sencillez pasando desapercibido entre los seres humanos.
Nos ha tocado vivir en una sociedad que está rota y fragmentada, en una constante lucha de grupos, los unos contra los otros, y mientras tanto la magia negra se vale de las debilidades de aquellos que practican la falsa espiritualidad. No hay nada que nos impida trabajar ni relacionarnos los unos con los otros, para erradicar las monstruosas guerras que dividen a los humanos por conceptos de ideologías trasnochadas que pertenecen al pasado de las formas cristalizadas.
Trabajar en la sociedad universitaria, compartiendo las ideas de una juventud ávida de nuevas formas de encarar sus vidas, pero siempre con el respeto que todo individuo tiene derecho a equivocarse, o de crecer con la nueva savia de ideas-forma para el progreso, tanto externo como interno.
Para muchos, hablar de disciplina les espanta; esta palabra, disciplina, significa por su raíz en latín “aprender”, pero hemos representado o interpretado mal su sentido dándole el significado de conformidad, obediencia, imitación, pero para aprender se necesita mucha atención, humildad y escuchar a nuestro interlocutor, cosa que no hacemos…
La vida de los seres humanos sólo observa al exterior, pero en el interior de cada cosa anida la vida de cada semilla que se desarrolla, con el gran árbol que antropológicamente nos ha dado todo lo que conocemos: interiorizar las secuencias de la Gran obra del ser humano y de la Madre Naturaleza nos hace crecer profundamente, y con ello podemos servir y amar todas las cosas.
El amor no es placer, el amor es bienaventuranza, algo enteramente distinto, ¿pero podemos amar con miedo? No…
Ver que existe una acción que no está enfrentada, que es total, completa; y vivir de esa manera es vivir la vida en profundidad, crecer con naturalidad y alegría, sin espectacularidades.
Nos pasamos la vida preguntando para que otro nos conteste nuestras dudas. ¿Pero qué hacemos nosotros para contestarnos? ¿Investigamos en lo más profundo de nosotros mismos? ¿Nos esforzamos en resolver nuestras pequeñas cosas?
Hay una solución, una solución total; el trabajo consciente, coherente con nuestros principios éticos, sin engañarnos a nosotros mismos ni a nadie, creando formas sencillas pero llenas de amor y transparencia, sin hipocresías ni disfraces. “Quien presume de virtudes de las que luego carece, no siendo noble y sincero, enseñará el plumero”.

José Tarrazó Durá 15.7.12
 
        
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martes, 22 de mayo de 2012

DIFERENCIAS; retazos de palabras clave


Entre estas dos imágenes hay una gran diferencia ¿verdad? Una son árboles que definen el ser y estar de la Naturaleza, la siguiente aunque también natural, pero pretendo sacar a relucir la metáfora del rebaño.
Los árboles conocen sin haber aprendido las sencillas leyes naturales que son la expresión más fidedigna que tenemos como referente los seres humanos para vivir. Quizás la humanidad cada vez se mueve menos en ese sentido y la fricción multiplicada convierte nuestras vidas en decadencia.
¿Los seres humanos no llevamos en sí, ingénita, la esencia natural como cualquier manifestación de la Naturaleza? ¿Desde cuándo hemos olvidado la buena costumbre de no tener costumbres que nos hacen ser rebaños? Cada vez más nos difenciamos de la Naturaleza siempre fiel a los principios. Nos dejamos llevar por el temor, las dudas, las inseguridades, los apegos... olvidando que formamos parte de la creación y que nuestras vidas tienen un sentido profundo cuya realización debemos hacer entre todos.
Las palabras clave siguen siendo las mismas, que poco tienen que ver con la segmentación, dispersión, el egoísmo... Optimismo, impersonalidad, amor, innovación, transmutación, cambio, prioridad, voluntad son palabras clave que entiendo esenciales para el desarrollo personal, y desde lo personal influimos indefectiblemente en lo colectivo; así es como creamos, y según las leyes de la Naturaleza recibimos lo que damos. ¿Hemos olvidado lo importante que es dar?
Cuando el rebaño se vaya desmenuzando, aparentemente será un principio de cambio, pero realmente será la puerta abierta para que otras ovejas dejen de ver el rebaño como lo único que existe, y descubran esto porque se han visto reflejadas en un espejo y han reconocido la existencia del propio camino.

Gracias a Isabel por este post: Como cabras

Emig

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domingo, 22 de enero de 2012

Al encuentro con uno mismo

Un camino lleno de interrogantes donde observar con la precisión del silencio es indispensable para “ver”. Comprender es la misiva de la mente pero no del Alma. Comprender es el acecho del que se pierde en las miasmas laberínticas que simulan el propio encierro en el paisaje decorado de posibilidades. La reflexión es otra cosa; como seguramente es también la verdadera identidad que ahuyenta los pensamientos y hechos que creamos y acompañamos lo superfluo que captan los sentidos habituales desde donde miramos eso que llamamos vida. En uno mismo está mucho más que el todo que podamos imaginar, mas descubrirlo no es más que dar los primeros pasos hacia el desapego de las costumbres que han adormecido nuestro paso y olvidado que venimos, caminamos y andamos hacia un lugar que poco tiene que ver incluso con los sentimientos más profundos. ¿Qué es la profundidad?, ¿un averno o un mundo nuevo de continua transformación? Pero cambiar cuesta tanto como caminar hacia uno mismo; el espejo no lo miramos como un reflejo donde lo silente hay que observarlo con el esmero de la condición divina; lo humano lo conocemos y vivimos, pero así nos va; andar cojos por la carencia divina es no reconocer el valor de lo sencillo, a la vez que practicamos lo que nuestra individualidad pide en el mayor de los silencios. 


Dejando atrás las decisiones propias del libre albedrío, dejamos de desear lo mundano para encontrar el sabor incondicional de lo divino. Así, creo, se camina y se encuentra la sonrisa vespertina de la mañana unida al amanecer nuevo del instante que se repite como un vacío creador; arquetipos de nuevas formas que son parte del movimiento eterno llamado evolución. No existen precedentes cuando el movimiento continuado gira desde el principio de los tiempos con el mismo, idéntico fin que cumplir un plan en el que estamos inmersos, pero racionalmente desechamos a cambio de temporales ciclos que se repiten como un infinito artificial del que no se puede salir cuando creemos más en ese universo ficticio que en las energías sutiles que mueven y tienen su ser tras el velo de la forma.

Encontrarse uno mismo es renacer con el sabor del saber que nada se sabe pero todo puede aprenderse en la escuela de los acontecimientos que medimos con el tiempo, las circunstancias, lo llamado bueno o malo, los placeres y dolores. ¿Por qué elegimos lo bueno y desechamos lo malo? ¿No se aprende de todo? ¿Quién puso por primera vez nombre a lo que ocurre? La armonía no es un privilegio sino fruto del arduo esfuerzo de equilibrio de todo aquello que se dispersa, volando alto, volando bajo; gavilán o paloma ambas vuelan; ¿más importante es volar alto que disfrutar del vuelo? Una conciencia adormecida no vuela; el ruido casi esperpéntico de nuevas sensaciones rompen la mirada perenne pero socavada del Alma. Lo contrario de lo que creemos que es, es lo que es; esto es un reto que requiere atrevimiento y voluntad. ¿De qué sirve descubrir un tesoro si no sabemos usarlo? Cada paso que aprendemos lo que somos y acertamos vivirlo, nos acercamos una pizca más al umbral del portal que conduce a vivir la libertad del espíritu, y por ende debe ser cada vez más el verdadero compromiso con uno mismo.

Reflexionar es adentrarse en la propia perspectiva y discernir la verdadera perspectiva; así comenzamos a cambiar, actualizar toda índole de pensamientos y actitudes hacia la vivencia del presente ahora. Estimular este hecho puede llegar a ser sumamente importante y reconocer por el tiempo que es además necesario como el respirar o el comer. Una acción verdaderamente coherente es fruto del ahora, lo demás son resquicios del pasado y de aquello que tenemos ingénito como lastre que debemos transmutar.


Emig, 14-1-2012


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