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lunes, 26 de marzo de 2007

El mundo como supermercado

"En cualquier caso, mientras insistamos en una visión mecanicista e individualista del mundo, seguiremos muriendo. No me parece sensato empeñarse durante más tiempo en el sufrimiento y el mal. Hace cinco siglos que la idea del yo domina el mundo; ya es hora de tomar otro camino"

Michael Houellebecq "El mundo como supermercado"

miércoles, 14 de marzo de 2007

Universo

" El universo opera por medio de un intercambio dinámico... Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida"
DEEPAK CHOPRA

Cartas a Olga


de Vaclav Havel

" El ser hechizado en mi interior y el que está presente en el mundo se pueden dar la mano en cualquier momento, en cualquier lugar, de cualquier manera: cuando contemplo la copa de un árbol o cuando miro los ojos de otra persona, cuando consigo escribir una carta bonita, cuando me emociona una canción o cuando el fragmento de una lectura pone mis pensamientos en efervescencia, cuando ayudo a alguien o alguien me ayuda a mí, cuando ocurre algo importante o cuando no ocurre nada especial. Esa necesidad nuestra, irreprimible, de trascender los horizontes situacionales, de cuestionar, conocer, explorar, entender, buscar la esencia de las cosas, ¿qué otra cosa es esa necesidad sino otra de las formas de aquel anhelo interminable por recobrar la integridad perdida del ser, aquel anhelo del yo de regresar al ser? ¿Qué otra cosa es sino ese anhelo intrínseco de despertar al propio ser oculto, adormilado, olvidado tantas veces, y a través de él alcanzar aquella plenitud e integridad de la existencia que nuestra intuición nos permite vislumbrar? "

Una nueva “glasnost” para el planeta


Mikhail Gorbachov fue Presidente de la Unión Soviética de 1990 a 1991, y Secretario General del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1985 a 1991. Durante este período de tiempo promovió toda una serie de reformas fundamentales a nivel nacional, entre ellas la ampliación de las libertades y la democratización del proceso político, que fueron llevadas a cabo aplicando una política de reestructuración social y económica, o Perestroika, y de transparencia, o Glasnost. En abril de 1988, Gorbachov anunció su decisión de retirar las tropas soviéticas de Afganistán, terminando de este modo la guerra de guerrillas en la zona. El nombre de Gorbachov también está asociado con la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, en reconocimiento de lo cual, se le otorgó el Premio Nobel de la Paz en 1990. Desde 1992 ha sido el Presidente de la Fundación Gorbachov, un centro de investigaciones sociales, políticas y económicas; y en 1993 fundó Green Cross
International.
Aunque suene paradójico, a pesar de los innumerables desastres humanitarios y ambientales de los que he sido testigo en las últimas décadas, celebro de todo corazón el lanzamiento del primer número de la revista “El Optimista de Green Cross”. El título de la revista puede asombrar a algunos: después de todo, nos hemos visto expuestos a una avalancha de previsiones lúgubres respecto a nuestro futuro que deja muy pocas opciones, si es que deja alguna, para ser optimistas. Pero optimista no es quien, a semejanza del “Cándido” de Voltaire, ve el mundo de color rosa y afirma que todo es para bien, a pesar de sufrir una desgracia tras otra. Optimista, a mi juicio, es quien no se resigna a aceptar la situación actual y busca con plena conciencia de la realidad la posibilidad de mejorar el mundo, de enfrentarse a los problemas prácticos que encuentra la gente aquí y ahora. A esta actitud yo la llamo “el optimismo por la acción” y estimo que tal filosofía de la vida podría ser catalizadora de un proceso tan necesario como es la transición al desarrollo sostenible. Para ello se necesita, en primer lugar, elevar el nivel de los conocimientos y de las motivaciones de la población.
Veinte años atrás, cuando se utilizó la Glasnost (transparencia) para lanzar el proceso de Perestroika que transformó la Unión Soviética, nadie se creía que era factible. Pero me movía la necesidad de “despertar” a las personas que se habían quedado “dormidas” y de hacerlas participar de forma verdaderamente activa y comprometida, de asegurar que cada persona se sintiera dueña de su país, de su empresa, oficina o instituto: hacer que cada persona se sintiera involucrada en cada uno de los procesos en los que participaba. Uno de los primeros resultados de la Glasnost en la URSS fue el aumento de la concienciación sobre los enormes problemas ambientales que asolaban al país, y las apasionadas exigencias del público para detener las actividades más perjudiciales, que dieron como resultado el cierre de miles de fábricas altamente contaminantes y la cancelación de un importante proyecto para desviar los ríos de Siberia.
Estoy profundamente convencido de que hoy los ciudadanos del mundo necesitamos una Glasnost reformulada para infundirles vigor, para informarles y para inspirarles de forma que pongan los ingentes recursos naturales del planeta y nuestros conocimientos al servicio de todos los ciudadanos del mundo.
No debemos permitir el retorno a los tiempos de excesivos gastos militares y el temor de la gente cuyas concepciones difieren de la nuestra. La gente no puede tolerar durante mucho tiempo vivir en un planeta en el que millones de niños no tienen acceso al agua potable y se van a dormir hambrientos cuando se entere de que tenemos la capacidad para cambiar esta situación. Tengo fe en la humanidad y gracias a esa fe sigo siendo un optimista activo.
Mientras la situación se agrava, ocasionando daños irreparables al planeta y erosionando la seguridad mundial, no tenemos tiempo que perder para afrontar los tres principales retos entrelazados del desarrollo sostenible: la paz y la seguridad, la pobreza y las privaciones, y la calidad ambiental. Frente al terrorismo internacional, la amenaza de la proliferación de las armas de destrucción masiva y los conflictos bélicos locales cada vez más frecuentes, hay que mantener un esfuerzo constante para asegurar la paz y la seguridad. La existencia de enormes áreas de pobreza en el mundo es moralmente inaceptable y abona el terreno al terrorismo, a la violencia y al crimen organizado sin fronteras. La situación ecológica en la Tierra se hace cada vez más alarmante, y los problemas ya no están limitados a una zona ni se pueden gestionar localmente: como resultado del calentamiento global va cambiando el clima, los cataclismos naturales son más frecuentes y devastadores, se derriten los glaciares y el hielo polar se reduce; debido al agravamiento de la situación provocado por las actividades económicas irresponsables, se agotan las reservas pesqueras en los océanos, la desertificación avanza, y desaparecen millares de especies de plantas y animales a un ritmo alarmante.
Nos jugamos a una carta nuestro futuro en aras de una efímera prosperidad basada en la contaminación y la explotación. La desgracia, sea debida al petróleo derramado, a una fuga de una sustancia química tóxica e incluso a una explosión en una central nuclear tipo Chernobil, puede ocurrir cualquier día y poco se hace para evitarla. La mayor parte de quienes no desean cambiar su modo de vida ni alterar los fundamentos del sistema económico que paga sus cuentas, han pactado una especie de conspiración del silencio y mientras, la mayoría de los políticos, revelan una tremenda pusilanimidad moral, y se niegan a reconocer la magnitud y el carácter real de los desafíos contemporáneo al perpetuar esa conspiración.
Tres retos del desarrollo sostenible están relacionados entre sí, tanto por sus orígenes, como por las consecuencias y por los imperativos que marcan a la humanidad. Imposible oponerse al fanatismo, a la delincuencia, al terror, o garantizar la seguridad global sin luchar contra la pobreza. Imposible superar la pobreza sin asegurar el derecho de todos a los medios esenciales de subsistencia, la protección del medio ambiente y el acceso a los recursos. El desarrollo y la protección del medio ambiente son tareas interdependientes. ¿Cómo prohibir a los pobres de la cuenca del Amazonas que talen los árboles tropicales para sembrar los campos, si carecen de otros medios para subsistir? ¿Cómo exigir a un país pobre que adopte medidas costosas para proteger la naturaleza? Pero si no pensamos en la naturaleza, los esfuerzos para crear un mundo más justo y consistente estarán condenados al fracaso. Al reflexionar sobre esto no podemos dejar de preguntarnos: ¿cuáles son las causas de semejante situación? Sin comprender las causas, es imposible emprender acciones sensatas, meditadas y convenientes. Nuestro mundo está plagado de conflictos y contradicciones, problemas antiguos cuyos condicionamientos previos se han ido acumulando en el proceso de evolución de la civilización humana a lo largo de toda su historia. Y ahora han adquirido magnitudes verdaderamente globales, convirtiéndose en una grave amenaza para la propia existencia de la humanidad. Y la globalización, como factor hoy imperante en el proceso de desarrollo mundial, debe considerarse responsable de ello. La globalización desnuda y agrava todos los problemas y contradicciones precedentes, creando otros nuevos y llevándolos a extremos peligrosos.
La globalización impuesta por el mercado tiende a reforzar la noción, derivada de la teoría neoliberal, de que el crecimiento económico medido por los indicadores de Producto Nacional Bruto y de Producto Interior Bruto constituye la única forma de medir la riqueza y el progreso de un país. La acumulación de capital y el consumo individual adquieren un valor superior al de los valores sociales o espirituales, o al del patrimonio cultural. La ideología y la política del globalismo neoliberal, promovidas por los países que obtuvieron mayores ventajas de la globalización, intensifican esa tendencia. Los resultados acumulativos basados en esa lógica de decisiones individuales conllevan a largo plazo consecuencias imprevistas y peligrosas.
A menudo nos encontramos con la afirmación de que la globalización es un proceso objetivo, inevitable y sin alternativa. Sobre todo perseveran en ello quienes ansían sugerir que es imposible y absurdo oponerse a la globalización, lo que no es de extrañar. Mientras tanto, el papel de la elección política como factor que controla los procesos de la globalización, en provecho de los más fuertes en el mercado global, ha sido demostrado convincentemente por investigadores occidentales muy prestigiosos. Es incuestionable que la política está en el trasfondo de la globalización. Los acontecimientos de los últimos años ilustran claramente que los círculos neoconservadores de EE.UU. procuran aprovechar la globalización para aplicar la política imperial de la fuerza e imponer su voluntad al mundo restante. El motivo por el cual el factor de la fuerza se promueve a un primer plano es, quizás, debido a la creencia de que los recursos naturales son limitados y que su aprovechamiento ya rebasó el umbral crítico, y la apropiación de la ración del león por parte de los países ricos que suponen una minoría en la humanidad (en reducción), priva al mundo restante (la mayoría en aumento) del acceso equitativo a esos recursos y, en muchos casos, a los medios necesarios para la existencia.
El menosprecio de estos países al mundo restante fue demostrado claramente por algunas actuaciones del presidente Bush, como la negativa a firmar el Protocolo de Kioto, así como las acciones bélicas contra Irak, emprendidas en base a informaciones falsificadas, violando el derecho internacional y eludiendo las resoluciones de la ONU. En los primeros años de su presidencia, G. Bush, con pretextos de la economía financiera, efectuó una serie de cambios sustanciales en la política ecológica nacional que debilitaron considerablemente las leyes antes promulgadas sobre protección del medio ambiente.
Al mismo tiempo, no se detuvo ante el desembolso de miles de millones de dólares (ya sin hablar del coste en vidas humanas) para la guerra en Irak.
Este rumbo peligroso conduce al agotamiento de los recursos naturales de América del Norte y contribuye a incrementar la confrontación entre Norte y Sur, entre los países ricos y pobres. Los acontecimientos trágicos del 11 de septiembre de 2001 mostraron gráficamente al mundo entero la gravedad de tal amenaza. Por desgracia, aún quedan lecciones por aprender de esos sucesos.
¿Existe una alternativa a la situación reinante? Estoy convencido de que sí: la historia no es fatalista, en cualquier situación hay lugar para alternativas. Las búsquedas del modelo alternativo de desarrollo mundial condujeron en su tiempo a la elaboración del programa de desarrollo sostenible, el cual fue apoyado por la Organización de las Naciones Unidas y aprobado por los Jefes de Estado y de Gobierno de la mayoría de países del mundo en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. Por primera vez en la historia, la comunidad mundial logró elaborar y coordinar un plan estratégico general destinado a resolver problemas de importancia vital para la humanidad. Sin embargo, la realización de este plan tropezó con serios obstáculos. Los gobiernos de países industrialmente desarrollados renunciaron a las obligaciones contraídas, en su política dominó la filosofía del liberalismo económico, la desregulación y la aceleración del crecimiento económico.
Los adversarios del principio de desarrollo sostenible se esforzaron mucho en desacreditarlo ante los ojos del público. No obstante, el interés por el mismo no ha decaído. El llamado movimiento “antiglobalista” (en realidad, un movimiento contra el fundamentalismo mercantil), cuyo lema reza: “otro mundo es posible”, se pronuncia a favor del modelo alternativo de desarrollo mundial. El principio de desarrollo sostenible cuenta con el apoyo de la socialdemocracia internacional, los movimientos “verdes” de numerosos países, y muchas organizaciones no gubernamentales, que hoy día llegan a ser centenares de miles, con millones de participantes. Se trata de una fuerza significativa, cuya presión social perciben con claridad las élites gobernantes.
¿Qué se debe hacer, entonces, para cambiar la situación? Ante todo es necesario un análisis crítico de los factores estructurales que impiden la transición al desarrollo sostenible. Hay que comprender los mecanismos de la globalización que llevan el desarrollo por un camino peligroso. Hay que superar el atraso de nuestra mentalidad, de nuestra conciencia ética respecto a los desafíos de la época. La mentalidad consumista y el egoísmo nacional continúan siendo un serio obstáculo para materializar los principios del desarrollo sostenible. Es difícil esperar un viraje radical sin superar el abismo entre la necesidad objetiva de cambiar los estereotipos de conducta hoy dominantes y la falta de disposición subjetiva a hacerlo por parte de los Estados, comunidades y las diferentes personas. Es necesaria una auténtica reforma espiritual que abarque los sistemas de valores, prioridades y orientaciones vitales, comprendidas las relaciones, tanto entre las personas como entre la humanidad y la naturaleza.
De ahí el papel y la responsabilidad de la ciencia, la enseñanza, los medios de información masiva. Las prevenciones de renombrados científicos sobre los peligros que amenazan a la humanidad se oyen desde hace mucho tiempo; por desgracia, pocos les prestan oídos, con frecuencia las ignoran, las olvidan. Los conocimientos atesorados por la ciencia sobre los retos globales deben ser patrimonio de la mayoría de la gente. El recurso principal para transmitir a las masas las conclusiones de la ciencia de modo accesible son los medios de comunicación. Su papel en la formación de la “sociedad del conocimiento” es de excepcional significado. El problema de la interacción de la ciencia con estos medios adquiere hoy singular importancia. Cuanto más dependa la sociedad del auténtico saber, tanto más los necesitará.
Pero el papel de los medios de comunicación, como sabemos, no siempre es consecuente, a menudo se contradice. Hay problemas de confianza entre los científicos y los medios de información masiva.
Estos últimos, demasiado a menudo, en lugar de informar a sus lectores, oyentes o espectadores, los desinforman. Recurren a noticias impactantes baladíes, dejándose llevar por gustos primitivos, y son utilizados para manipular la conciencia pública.
Junto a la ciencia y la información existe otro importantísimo canal para atesorar los conocimientos sobre los problemas globales, sobre el desarrollo sostenible, que es el de los sistemas de enseñanza.
Casi cualquier tipo de actividad requiere hoy en día conocimientos en el ámbito de la protección del medio ambiente. Lo importante es que ya desde la escuela se asimilen los hábitos necesarios para ser cuidadosos con la naturaleza viva, con el ahorro de energía, con los recursos hídricos, con la gestión de residuos. Las escuelas de todos los niveles están llamadas a iniciar a sus educandos en la concienciación sobre el patrimonio común de la humanidad, de la integridad del mundo, familiarizándoles con la cultura de la solidaridad y la paz.
Todos estos medios al servicio de la transparencia y la plena conciencia pueden recogerse en una palabra: glasnost. De hecho glasnost expresa más que transparencia: refleja un proceso exigente de despertar a largo plazo, que inevitablemente nos lleva a cambios fundamentales. Este proceso, aplicado al desarrollo sostenible, es imprescindible para combatir la apatía y para comprometer a la gente en la búsqueda de estilos de vida más equitativos y sostenibles. De este modo nos podemos enfrentar a la dominancia de los intereses a corto plazo y de falta de apertura en la toma de decisiones. El proceso de glasnost resolvería tanto la indiferencia como la ocultación y permitiría la recuperación de la confianza entre la población, los hombres de negocios y los gobernantes, tan necesarios si queremos vislumbrar alguna posibilidad de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el año 2015, combatiendo la pobreza, la enfermedad y la desigualdad.
El agravamiento de los problemas globales se encuentra muy vinculado al atraso de la política mundial respecto a los procesos reales que operan en el mundo. La política falla, resulta incapaz de reaccionar como es debido a los retos de la civilización. Yo personalmente me sentí muy decepcionado por el fracaso del modelo multilateral, incluso con una prórroga de 10 años tras el fin de la Guerra Fría. Hemos desaprovechado una gran parte del capital de confianza y cooperación que emergió al final del siglo XX. Estoy convencido de que la política mundial contemporánea no debe basarse en el principio tradicional del equilibrio de las fuerzas, sino en el equilibrio de los intereses, cuyo principal recurso y método debe ser el diálogo entre las culturas y civilizaciones. La política tiene que basarse en la búsqueda de vías de colaboración y formas de superar las situaciones críticas mediante soluciones justas, reales y de continuidad, y no medidas paliativas o concesiones desiguales.
Durante muchos años, hombres públicos y políticos renombrados a nivel mundial se esforzaron para elaborar los fundamentos éticos del desarrollo sostenible. El fruto de esos esfuerzos fue la Carta de la Tierra (2000), una especie de código moral del planeta. En el contexto actual, es una tarea apremiante que el código universal de principios éticos básicos sea respetado por los gobiernos, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil como imperativo para la supervivencia de la humanidad. En un mundo donde dominan la corrupción, la codicia y la usura, se necesitan líderes con la valentía moral necesaria para adoptar decisiones basadas en la observancia de los principios del desarrollo sostenible y de la nueva ética mundial.
Entre estos principios ocupa un lugar especial la solidaridad. El principio de solidaridad ha desempeñado en todas las épocas un papel muy importante, sobre todo a nivel de pequeños grupos, comunidades y movimientos sociales. En nuestros tiempos, sale a primer plano el imperativo de la solidaridad global, o sea, de la solidaridad de un orden superior, correspondiente a las condiciones de la globalización, como tendencia dominante del desarrollo contemporáneo mundial. El valor básico del desarrollo sostenible es precisamente la solidaridad, en sus dimensiones universal, humana e intergeneracional.
En la creación y el agravamiento de los problemas sociales y económicos se suele culpar –no sin razón- al gran capital, sobre todo responsabilizando a las empresas transnacionales. El mundo de los negocios, como parte del sistema socioeconómico dominante, claro está, lleva la impronta de sus males conocidos. Esto se manifiesta, por ejemplo, en las tan asiduas violaciones escandalosas de la ética económico-administrativa y en la corrupción. Sin embargo, observando de forma efectiva el código de conducta ética, los negocios pueden desempeñar su papel tanto en la protección del medio ambiente como en la lucha contra la pobreza. Ejemplos de ello ya existen.
Por eso merece respaldo la idea del Acuerdo Global (“Global Compact”), promovida en su tiempo por Kofi Annan, como mecanismo de cooperación de la ONU con los negocios privados para resolver los problemas del desarrollo. Las corporaciones empresariales adheridas al Acuerdo se comprometen a aplicar determinados principios relativos a la observancia de los derechos humanos, las normas de las relaciones laborales y la protección del medio ambiente, así como a presentar con regularidad a la ONU la correspondiente rendición de cuentas. La Cumbre Mundial del Desarrollo Sostenible en Johannesburgo (año 2002) constituyó un paso importante para establecerla cooperación entre la ONU, los gobiernos, las grandes empresas y las organizaciones de la sociedad civil en la movilización de los recursos económicos, a fin de resolver los problemas globales de la ecología, conservar la diversidad biológica y luchar contra la pobreza.
En la Declaración del Milenio, proclamada en la sesión de la ONU en septiembre del año 2000, los líderes mundiales volvieron a manifestar su respaldo al principio del desarrollo sostenible y a expresar su preocupación por los obstáculos con que tropiezan los países emergentes en la movilización de los recursos para financiar los programas de desarrollo sostenible. La Declaración subraya la importancia de la solidaridad como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales del siglo XXI. La expresión concreta de este compromiso se especifica en los Objetivos de Desarrollo del Milenio formulados y estipulados en parámetros y plazos.
Para lograr estos objetivos de desarrollo y terminar con la creciente plaga de pobreza y enfermedad, primero debemos tratar uno de los principales problemas del mundo actual: la gobernanza global, y en particular la gobernanza sobre la globalización. Debe basarse en preceptos morales internacionalmente reconocidos: “La globalización –dice la Declaración del Milenio- sólo puede adquirir un carácter universal y justo a través de esfuerzos amplios y sostenidos para crear un futuro compartido, basado en nuestra común condición humana en toda su diversidad”.
Palabras buenas y correctas, pero lo importante es que cobren vida. Y eso es lo que debe verificar la opinión pública mundial, cotejando las palabras de los políticos con sus hechos. Nuestro mantra debe ser: ”no juzguemos por las palabras, sino por los hechos”. Por eso necesitamos una nueva glasnost que inspire a los ciudadanos para que se involucren activamente en la búsqueda de un mañana mejor.
Creo en las personas y seguiré siendo un optimista activo haciendo llamamientos a favor de un cambio dinámico y positivo.
Mikhail Gorbachov

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Con el tiempo...


Con el tiempo...
...aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querras volver a tu pasado...

Con el tiempo...
...te das cuenta que casarse sólo porque “te estas quedando” es una clara advertencia de que tu matrimonio será en fracaso...

Con el tiempo...
...comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas...

Con el tiempo...
...te das cuenta de que si estas al lado de esa persona solo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla...

Con el tiempo...
...te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero...

Con el tiempo...
...entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas...

Con el tiempo...
...aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida...

Con el tiempo...
...aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes...

Con el tiempo...
...comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual...

Con el tiempo...
...te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona, es irrepetible...

Con el tiempo...
...te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados...

Con el tiempo...
...aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes...

Con el tiempo...
...comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas...

Con el tiempo...
...te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante...

Con el tiempo...
...aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo...
ante una tumba...

...ya no tiene ningún sentido...

Y recuerda estas palabras:
“El hombre se hace viejo muy pronto y sabio demasiado tarde”.

...Justamente cuando:
“YA NO HAY TIEMPO”

jueves, 1 de marzo de 2007

¿Qué es la Carta de la Tierra?

Qué es la Carta de la Tierra?

La Iniciativa de la Carta de la Tierra

La Iniciativa de la Carta de la Tierra

La Carta de la Tierra es una síntesis de valores, principios y aspiraciones ampliamente compartidos por un número creciente de hombres y mujeres en todas las regiones del mundo.

Los principios de la Carta de la Tierra reflejan consultas internacionales extensivas conducidas por un período de varios años. Estos principios también están basados en la ciencia contemporánea, las leyes internacionales y en lo más profundo de la filosofía y la religión. Borradores consecutivos de la Carta fueron circulados alrededor del mundo para obtener comentarios y debate por parte de organizaciones no gubernamentales, grupos comunitarios, sociedades profesionales y expertos internacionales en varios campos.