"Si nos fuese posible ver más allá de cuanto alcanza y abarca nuestro saber, y hasta un poco más allá de las avanzadillas de nuestro sentir, tal vez sobrellevaríamos entonces nuestras tristezas más confiadamente que nuestras alegrías. Pues son ésos los momentos en que algo nuevo, algo desconocido, entra en nosotros. Nuestros sentidos enmudecen, encogidos, espantados. Todo en nosotros se repliega. Surge una pausa llena de silencio, y lo nuevo, que nadie conoce, se alza en medio de todo ello y calla...
Yo creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que experimentamos como si se tratara de una parálisis. Porque ya no percibimos el vivir de nuestros sentidos enajenados, y nos encontramos solos con lo extraño que ha penetrado en nosotros. Porque se nos arrebata por un instante todo cuanto nos es familiar, habitual. Y porque nos hallamos en medio de una transición, en la cual no podemos detenernos".
Rainer María Rilke
Alegría vs Tristeza.
La una a veces se convierte en una lucha sin cuartel para llegar a ella; una presencia que agradecemos, su síntoma lo dejamos aparecer y surge desde cualquier sensación placentera. La sentimos como himno vital, reverberación que recorre nuestro interior y sale a veces superpuesta como carcajada, producto de la propia exaltación.
La tristeza aparece como desaparece, pero muchas veces no avisa. Vive como huésped en algún lugar de uno mismo, un habitáculo que no siempre está cerrado, como tampoco siempre vemos una llave que acierte ser la buena. La alegría no siempre es suficiente para olvidarla. La tristeza tiene otros nombres y se detona incluso al pensar...
Alegría y tristeza son dos espacios que conoce el movimiento cuando es pendular en extremo. Uno lo buscamos, el otro nos encuentra. Una es cúspide hermosa y florida; otra resulta ser un cúmulo de harapos, entresijos y lisonjas caducas, trasmutando el risueño aire en profunda ciénaga. Tal movimiento pendular, convierte a la persona en la corta transición del instante de ser vivo a cadáver. El continuo fluir desde los sentidos se llena de inhóspito vacío y cruje con el sinsabor del nuevo momento...
Rilke lo llama transición, puente que también conduce hacia algo nuevo, aunque su paso no sea liviano, sino exasperado y mal visto. Quizás la natural rebeldía autoimpuesta desde mucho antes de la mocedad nos impulsa a vivir desde el pensamiento la ciénaga, en vez de observar, simplemente observar, y descubrir que los fuertes vientos o las suaves brisas nos acompañan, pues no somos pequeños barcos en la mar sin timón ni destino, y justamente ahí, es donde debe surgir lo imperecedero que somos, y deshacer el embrujo fluctuante de la sensación que nos lleva cercanos al lugar cuya llave no conocemos, asintiendo desde la observación más impersonal la aparente demora y, de nuevo surgir, recordando el Ave Fénix, cuyo sol habita en lo alto, siempre alto, más alto que las nubes divisorias de la persona, pero nunca de la esencia que también somos... Así amanecemos junto al encuentro del ser; siendo alegría o tristeza como formas de seguir el camino.
Emig
Blogalaxia Tags: Lectura+pensamiento+filosofía
Etiquetas: educación, reflexiones, filosofía, pensamiento, comunicación, amistad, utopía, éticaYo creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que experimentamos como si se tratara de una parálisis. Porque ya no percibimos el vivir de nuestros sentidos enajenados, y nos encontramos solos con lo extraño que ha penetrado en nosotros. Porque se nos arrebata por un instante todo cuanto nos es familiar, habitual. Y porque nos hallamos en medio de una transición, en la cual no podemos detenernos".
Rainer María Rilke
Alegría vs Tristeza.
La una a veces se convierte en una lucha sin cuartel para llegar a ella; una presencia que agradecemos, su síntoma lo dejamos aparecer y surge desde cualquier sensación placentera. La sentimos como himno vital, reverberación que recorre nuestro interior y sale a veces superpuesta como carcajada, producto de la propia exaltación.
La tristeza aparece como desaparece, pero muchas veces no avisa. Vive como huésped en algún lugar de uno mismo, un habitáculo que no siempre está cerrado, como tampoco siempre vemos una llave que acierte ser la buena. La alegría no siempre es suficiente para olvidarla. La tristeza tiene otros nombres y se detona incluso al pensar...
Alegría y tristeza son dos espacios que conoce el movimiento cuando es pendular en extremo. Uno lo buscamos, el otro nos encuentra. Una es cúspide hermosa y florida; otra resulta ser un cúmulo de harapos, entresijos y lisonjas caducas, trasmutando el risueño aire en profunda ciénaga. Tal movimiento pendular, convierte a la persona en la corta transición del instante de ser vivo a cadáver. El continuo fluir desde los sentidos se llena de inhóspito vacío y cruje con el sinsabor del nuevo momento...
Rilke lo llama transición, puente que también conduce hacia algo nuevo, aunque su paso no sea liviano, sino exasperado y mal visto. Quizás la natural rebeldía autoimpuesta desde mucho antes de la mocedad nos impulsa a vivir desde el pensamiento la ciénaga, en vez de observar, simplemente observar, y descubrir que los fuertes vientos o las suaves brisas nos acompañan, pues no somos pequeños barcos en la mar sin timón ni destino, y justamente ahí, es donde debe surgir lo imperecedero que somos, y deshacer el embrujo fluctuante de la sensación que nos lleva cercanos al lugar cuya llave no conocemos, asintiendo desde la observación más impersonal la aparente demora y, de nuevo surgir, recordando el Ave Fénix, cuyo sol habita en lo alto, siempre alto, más alto que las nubes divisorias de la persona, pero nunca de la esencia que también somos... Así amanecemos junto al encuentro del ser; siendo alegría o tristeza como formas de seguir el camino.
Emig
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6 comentarios:
La alegría y la tristeza se suceden para darle algo de emoción a la vida , pues si todo fuera alegre al final también nos aburriríamos..
Eso sí hay que intentar que la tristeza no nos haga compañía mucho tiempo para poco a poco volver a sentir esa alegría que nos hace todo más llevadero..
Besos felices ^^
Hola Emig tienes un premio en mi blog pasa a recogerlo cuando quieras ¡te lo mereces! besos
Yo siempre digo que todas las cosas tienen dos caras: una, la positiva, y otra, la negativa. Así como las personas tenemos la cara de los defectos y la de las virtudes, o como cuando en el amor, también existe la otra cara que es la del desamor, así como cuando llega el día tiene que llegar la noche, o como cuando hay tormentas también tiene que salir después el sol, o como las flores que también tienen sus bellos pétalos pero también tienen espinas. Pues en el caso de la forma de sentir las personas exactamente igual, porque para saber lo que es la felicidad, debemos sentirnos en algún momento tristes para poder apreciar después mucho mejor lo que es la felicidad.
Yo pienso que son necesarios en las personas esos estados de ánimo, tanto uno como el otro, siempre y cuando no se mantengan siempre constantes, porque sino no sería normal por ejemplo el que siempre estuviéramos tristes, porque ya estaríamos dentro de un estado patológico, pero desde luego lo que sí me parece normal, es que para encontrase de un estado a otro, tan sólo, hay un pequeño escalón.
Un beso.
La Mente humana es Un Mundo.
lo Triste es que ''los muchos'' se corren de Tristeza, como si Tristeza no tuviera 'derecho?' a Exsitir y Ser.
Gracias Esther!!! He estado en tu blog hace un momentín y desde aquí, agradezco este maravilloso detalle... al que no estoy acostumbrado y sin embargo, lo vivo como algo especial.
Un beso
María... de acuerdo estoy contigo... en realidad siempre lo estoy :)
Hablas de la dualidad que vivimos y que desde ella vemos las cosas, a veces la misma situación, según nos pilla, andamos sobre ella con el paso firme o cambiado... Supongo que el término medio debe ser la solución a estos contrastes, a veces continuados y con poco sentido... vamos aprendiendo, ¿verdad? Unos de otros que es algo hermoso.
Un beso!
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