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viernes, 20 de junio de 2008

Madurar: la piedra filosofal del caminante


"Las obras de arte viven en medio de una soledad infinita, y a nada son menos accesibles como a la crítica. Sólo el amor alcanza a comprenderlas y hacerlas suyas: sólo él puede ser justo para con ellas. Dese siempre la razón a sí mismo y a su propio sentir, frente a todas esas discusiones, glosas o introducciones. Si luego resulta que no está en lo cierto, ya se encargará el natural desarrollo de su vida interna de llevarle paulatinamente y con el tiempo hacia otros criterios. Deje que sus juicios tengan quedamente y sin estorbo alguno su propio desenvolvimiento. Como todo progreso, éste ha de surgir desde dentro, desde lo más profundo, sin ser apremiado ni acelerado por nada. Todo está en llevar algo dentro hasta su conclusión, y luego darlo a luz; dejar que cualquier impresión, cualquier sentimiento en germen, madure por entero en sí mismo, en la oscuridad, en lo indecible, inconsciente e inaccesible al propio entendimiento: hasta quedar perfectamente acabado, esperando con paciencia y profunda humildad la hora del alumbramiento, en que nazca una nueva claridad. Este y no otro es el vivir del artista: lo mismo en el entender que en el crear".

Cartas a un joven poeta
Rainer María Rilke

(...)

Cada decisión importante que tomo, parece que debe pasar por un test. Pero ocurre que si es de preguntas lo respondo con más preguntas y las respuestas son afirmaciones nunca categóricas, pues quedan en el umbral de la sospecha, incertidumbre, inseguridad...
Me rebusco hasta la saciedad, como exprimiendo una naranja. Pretendo, necesito conocer el futuro y adelanto el reloj. Después me río de mí mismo. Delante del espejo, parezco un especulador, solo que no de mercado, sino propio.
Tengo un curriculum de experiencias que, sin ser monumentales, escribiría un libro con ellas. Pero aún así, sospecho que no me han hecho madurar, pues por aquí... me suena que ya he pasado. Parezco a veces la repetición de las "mejores jugadas" sólo que en mi caso, son las mismas cuestiones. Necesito salir de ese círculo que se traduce por el tiempo como vicioso, de mucho color, pero pocos acordes y el gráfico —esta vez no hago un test— parece una montaña rusa... entonces ¿qué hago?

Cada decisión importante que tomo no siento que me empuja a tomarla el tiempo que llevo con ella. Un buen día, me doy cuenta que veo las cosas distintas, que me siento diferente. Recuerdo este último tiempo de mi vida, que en vez de pensar consciente o inconscientemente en muchas cosas, he prestado atención a lo que estaba haciendo. Parece que esta actitud, ha despertado en su crisálido proceso, un benevolente vacío en mi interior, que no deja que mis pensamientos —que son muchos— enturbien la síntesis de mi corazón. Me recuerdo a mí mismo que no he contado el tiempo, esperando en silencio a que algo madure. Simplemente he dejado que todo suceda sin pensar y, de pronto, como el que encuentra que debe torcer a la derecha para seguir su camino, descubre el mismo, esta vez sin preguntar(me).
Adrede estoy escribiendo esta parte más clara. Porque veo la claridad que viene como respuesta desde lo sutil, y ella no aparece desde el maremágnum que llevamos puesto como traje habitual, sino desde el silencio, paciencia y la vivencia de lo que hay, con la reflexión de lo que somos, sentimos y queremos, que nos lleva más allá de nuestro círculo... solo que esta vez, no buscamos salir del círculo como un respiro hacia el alegre hálito del escape, sino que somos conscientes que este nuevo paso forma parte del camino. No necesariamente tiene que ver con él pues, los juicios son para los presuntos culpables y el camino, no creo que se conozca del todo, solo cada paso es familiar cuando es la conciencia quien lo impulsa.
Al pretender caminar ¿de qué somos culpables? ¿De equivocarnos? Nunca hay equivocación cuando surge el aprendizaje. Nunca hay dolor cuando nos sentimos seguros de hacer algo, si el impulso es íntimo...
Ya no quiero entender nada desde lo que pienso o piensan los demás. Quiero sentirme libre de mí mismo, no haciendo lo que me apetece, sino lo que corresponde. Creo que el sendero de la correspondencia, es como una misiva que uno se remite a sí mismo, pero desde sí mismo, no desde su propia especulación, controversia, necesidad (aparente) o el sinfín de silogismos que incapacitan la acción... desde el corazón.

Emig

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12 comentarios:

María dijo...

De todas formas se va madurando a base de los errores, de las equivocaciones, así es como vamos aprendiendo, porque si todo lo hiciéramos bien en nuestra vida ¿qué aprenderíamos?, en cambio, cuando cometemos errores, nos vamos dando cuenta de ellos, y ahí es, a base de tropezones, cuando más vamos aprendiendo, pero aún así ... ¿a quién le gusta equivocarse? a nadie, porque después te encuentras frustrado, por no haber conseguido el objetivo alcanzado, sino que te quedaste a medias por no haber dado más de sí, por eso mismo, a pesar de ser impulsiva, yo temo a dar un paso por ese temor a equivocarme, porque me hace sentirme mal y venirme abajo.

Como todos los que escribes, me parece un texto para reflexionar, y sobre todo, para comentar ampliamente.

Un beso.

Emig dijo...

Como diría alguien que conozco, este es un tema delicado. He pensado distintas variantes para tratarlo e intentar que sea como tú dices, reflexivo, sin encasillar formas, dejando sólo opciones sin propósito, pero recordando lo que siento que es la verdad de las verdades: nuestro interior.
Recuerdo una frase de Richard Bach que decía algo así: "no existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don. Buscas los problemas porque necesitas sus dones".
He intentado relacionar la maduración desde el silencio y la reflexión.
Una pasada tu comentario, pues como siempre, es la continuidad del propio tema. Directo y claro...
Ultimamente pienso más en la palabra impulsividad y ¿sabes? lo que descubra que es impulso del corazón, donde me lleve, iré, aunque sean sólo pequeñas cosas...

Un beso.

María dijo...

¿Sabes que me ha gustado esa frase de Richard Bach? gracias por dármela a conocer porque no la conocía.

Gracias por el don de tus regalos, son todos maravillosos.

Un beso.

Emig dijo...

Gracias María.
Mencionas a veces una palabra que me gusta: aprender.

Otra frase del mismo señor dice así:
Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar que lo sabes.

Gracias a ti. Un beso

Recomenzar dijo...

Me encantó, casi perfecto
besos

Emig dijo...

Mi despertar. Grata visita y con una sonrisa respondo tu comentario. Bajo el sol que tenemos en España, mis saludos!

María dijo...

¡¡¡Pero qué alegría ver aquí a mi despertar!!! no te puedes imaginar la ilusión que me ha hecho encontrarla aquí, y además, te aconsejo que vayas a ver su blog porque quedarás encantado con su blog a mí me tiene seducida mi despertar con sus palabras.

Un beso amigo.

Emig dijo...

En él estoy amiga mía. Leyendo alguna cosa y tomando contacto con otra forma de manifestación del mismo mundo en que todos vivimos, leyendo la savia de la diversidad y sonriendo por las múltiples formas...

Un beso!
Alegría compartida. Esto es mejor que compartir archivos jejeje.

Recomenzar dijo...

Me gusta este blog de tres sensacional. Besos para vos y para maría. Gracias a ambos por sus palabras

Emig dijo...

Gracias a tí por las tuyas! No hay mejor contacto que aquel que conlleva la comunicación que no se ve, pero se aprecia porque se siente.

Besos

María dijo...

Pues yo ya estoy pendiente de encontrarme en tu blog un nuevo post, es un placer leer tus reflexiones, al igual que haberme encontrado aquí con mi despertar, cuando la veo despierto jajaja.

Un beso para los dos.

Emig dijo...

María, una sana locura irradias... No sé si llamarlo así o quizás templanza desde ese vendaval que eres. Entonces, templanza en movimiento continuo.

Un beso