"La peor decisión es la indecisión."
Benjamin Franklin
Vivo la indecisión en algo concreto y escribo:
"Me pregunto: ¿Qué harías tú si no entendieses el sentido de una amistad?
¿Qué harías tú si la misma no te causara satisfacción por no entenderla, aunque la llevas y la sientes?
¿Qué harías tú si crees que algo no tiene camino alguno, ni sentido ninguno, salvo que tu interior te para en decirlo?
¿Qué harías tú si no sabes qué espejo poner delante para ver lo que no sabes describir que sientes?
¿Qué harías tú si necesitaras muy poco de alguien, pero sintieras en el camino recorrido que hay cada vez menos puertas?
¿Qué harías tú cuando a partir de un momento, decidiste desde la flacidez de tu voluntad cerrar las pocas puertas que dependen de ti?
Yo hoy, decido que estas preguntas no tienen respuesta. Decido que somos dos mundos muy dispares, lejanos e incoherentes, porque hacemos con la lentitud de las palabras lo que ningún hecho sencillo y sincero ha anunciado en favor de una amistad que desaparece, prácticamente toda, porque ha vivido de una aparente lisonja, tierna pero sin fundamento.
No temo decir esto. Cuando decido de verdad, la temeridad huye despavorida de mí mismo, pues asumo el propio daño, cuya magnitud desconozco, pero el tiempo situará en la calma del futuro presente.
Vive tú, vive tu vida.
Vivo yo, vivo mi vida, pero cada cual por su camino.
Cuídate y aún en la distancia del espacio que vemos y el vacío que nos envuelve y nos acompaña de multitud de formas y sensaciones, desde mi interior te estaré regando desde el silencio de mi latir, mi positividad, pero sólo así puedo seguir viviendo, de ninguna forma más. Como creo en la eternidad, te digo un hasta siempre."
Antes de enviar esta misiva, la firmo y quedo pensativo. Siento un vacío conocido que ya no es interrogante ni alevosía. Algo en mí siente que lo escrito es coherente, no obstante, recuerdo el sigilo y la serenidad, como una tormenta que va apareciendo o un espléndido sol que surge tras el temporal, todo ello pasa acompasado al tiempo, siempre la propia naturaleza actúa en consecuencia. Me pregunto entonces dónde está mi naturaleza y decido algo nuevo, diferente, que aparentemente me deja igual que estaba, pero sabiendo que no es así:
Imagino un cielo profundo y estrellado. Veo de cerca muchas estrellas y, mi sensación al escribir, era decirle a una de ellas que se fuera del cielo. Sonrío tenuemente, me desapego un poco más de la real –hace un instante– necesidad de decir no. Me recuerdo a mí mismo que sólo soy un engranaje de la gran maquinaria de la vida, se torna serenidad el mar de la emoción y dejo el suspense para las películas, siento y decido que la vida y su curso es un continuo aprender desde la propia paciencia, que también llamamos latidos del corazón, porque las preguntas sólo las responde el tiempo.
Emig
Blogalaxia Tags: Lectura+pensamiento+filosofía
Etiquetas: educación, reflexiones, filosofía, pensamiento, comunicación, amistad, utopía, éticaBenjamin Franklin
Vivo la indecisión en algo concreto y escribo:
"Me pregunto: ¿Qué harías tú si no entendieses el sentido de una amistad?
¿Qué harías tú si la misma no te causara satisfacción por no entenderla, aunque la llevas y la sientes?
¿Qué harías tú si crees que algo no tiene camino alguno, ni sentido ninguno, salvo que tu interior te para en decirlo?
¿Qué harías tú si no sabes qué espejo poner delante para ver lo que no sabes describir que sientes?
¿Qué harías tú si necesitaras muy poco de alguien, pero sintieras en el camino recorrido que hay cada vez menos puertas?
¿Qué harías tú cuando a partir de un momento, decidiste desde la flacidez de tu voluntad cerrar las pocas puertas que dependen de ti?
Yo hoy, decido que estas preguntas no tienen respuesta. Decido que somos dos mundos muy dispares, lejanos e incoherentes, porque hacemos con la lentitud de las palabras lo que ningún hecho sencillo y sincero ha anunciado en favor de una amistad que desaparece, prácticamente toda, porque ha vivido de una aparente lisonja, tierna pero sin fundamento.
No temo decir esto. Cuando decido de verdad, la temeridad huye despavorida de mí mismo, pues asumo el propio daño, cuya magnitud desconozco, pero el tiempo situará en la calma del futuro presente.
Vive tú, vive tu vida.
Vivo yo, vivo mi vida, pero cada cual por su camino.
Cuídate y aún en la distancia del espacio que vemos y el vacío que nos envuelve y nos acompaña de multitud de formas y sensaciones, desde mi interior te estaré regando desde el silencio de mi latir, mi positividad, pero sólo así puedo seguir viviendo, de ninguna forma más. Como creo en la eternidad, te digo un hasta siempre."
Antes de enviar esta misiva, la firmo y quedo pensativo. Siento un vacío conocido que ya no es interrogante ni alevosía. Algo en mí siente que lo escrito es coherente, no obstante, recuerdo el sigilo y la serenidad, como una tormenta que va apareciendo o un espléndido sol que surge tras el temporal, todo ello pasa acompasado al tiempo, siempre la propia naturaleza actúa en consecuencia. Me pregunto entonces dónde está mi naturaleza y decido algo nuevo, diferente, que aparentemente me deja igual que estaba, pero sabiendo que no es así:
Imagino un cielo profundo y estrellado. Veo de cerca muchas estrellas y, mi sensación al escribir, era decirle a una de ellas que se fuera del cielo. Sonrío tenuemente, me desapego un poco más de la real –hace un instante– necesidad de decir no. Me recuerdo a mí mismo que sólo soy un engranaje de la gran maquinaria de la vida, se torna serenidad el mar de la emoción y dejo el suspense para las películas, siento y decido que la vida y su curso es un continuo aprender desde la propia paciencia, que también llamamos latidos del corazón, porque las preguntas sólo las responde el tiempo.
Emig
Blogalaxia Tags: Lectura+pensamiento+filosofía
2 comentarios:
Sabia decisión;yo intento no cerrar nunca las puertas...
La paciencia es nuestra mejor amiga y aliada.Vive tu vida,feliz igualmente... :-)
Un abrazo.
Me has acompañado en tu respuesta. Es más, tus palabras coinciden con la respuesta de mi interior. Escribir también es caminar...
Un abrazo!
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