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sábado, 2 de agosto de 2008

Siempre que llegue a alguna parte

"—Gato de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
—Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato.
—No me importa mucho el sitio... –dijo Alicia.

—Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato.
—... siempre que llegue a alguna parte –añadió Alicia como explicación".

Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas

Lewis Carroll





Siempre que llegue a alguna parte no me importa caminar. Quizás lo importante sea no parar. Me moverán hoy suaves brisas, mañana un llanto que nadie ve, otro día será el haz de luz de una estrella fugaz quien me marca el sentido. Tal vez me mueva en otra ocasión sentado en el sofá y sea mi mente el movimiento invisible que sólo yo percibo, despojándola de pensamientos y sin preguntarme, intento atisbar si hay algo más allá, tras ellos, y descubra un buen día que ahí anida algo que pocas veces escucho y también lleva a algún lugar.
Habrán momentos que no querré moverme, ni siquiera hablar, tampoco escuchar o escribir. Entenderé este espacio como una zona de paso, la cual es tan temporal como el tiempo que quiera seguir allí. Una vez despierto, de nuevo pregunto al Gato sobre el camino para salir de ahí, de ese encierro propio y circundante, que sólo deja dar vueltas concéntricas y pareces seguir unas huellas... ¡las propias!

"Serás como una luz que alumbra mi camino" -cantaba Nino Bravo–
Hablando con el Gato, éste me dijo que esa luz a veces la vemos afuera, pero la que nunca falla y siempre está se encuentra adentro.
El simpático felino me sonríe al decir esto. Me da en la nariz que sabe lo que dice. Yo mismo le encuentro sentido a esto pero, a la vez, me doy cuenta la cantidad de veces que ando sin ninguna luz, yendo a ciegas, y de ahí las vueltas en círculo. También las veces que busco una luz y aunque la vea como diminuto punto lejano, me olvido de donde estoy y voy corriendo...
—¡Cuántas cosas me distraen! -le digo al Gato-, a veces creo que camino pero lo que hago es ver escaparates, sin ser consciente que estos me llevan por donde no pretendo.
En algún sitio leí que el propio camino es como el filo de una navaja. Que no importa dónde o con quien estamos, pues debemos ser coherentes con aquello que somos y, junto con todo lo que nos rodea, buscar y encontrar lo propio.
Quizás el caminar sea como el conducir, que al ir por las distintas vías, encuentras las señales adecuadas y con atención preventiva, actúas en consecuencia. Pero las señales aparecen cuando andamos, aunque sea el movimiento de la cabeza y la mirada coincide con una hoja de un árbol, acompañada con el suave viento, que hace su corto viaje sin saber -sin pensar- dónde la gravedad cumplirá su cometido.
Exento de ansiedad, incluso de emoción, descubro el fluir que es movimiento puro. La hoja me ha enseñado que así debe ser mi andar, un dejarse llevar, pero no únicamente por el viento, la brisa, la tempestad o la bulimia desmesurada de quererlo todo. No. Hay que ser creativo, con la tendencia de que todo es posible cuando la aspiración no va determinada hacia una meta concreta, pues la meta es el propio camino.
Terminando esta reflexión con la sensación de la sonrisa y la propuesta del verdadero caminar, que lo entiendo como sembrar en el jardín de la vida...

Emig

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4 comentarios:

María dijo...

La vida es un contínuo vaivén, un ir y venir, andar y correr, volar y seguir, llegar y alcanzar, luchar y coger, encontrar y seguir ...

Cuando nos quedamos estancados porque nos damos cuenta de que no podemos seguir, no avanzamos en ese camino y es un estar sin estar, un sentir sin sentir, es un quedarse quieto para no seguir sufriendo, cerrar los ojos para no ver, taparse los oídos para no escuchar, porque te encuentras impotente, te das cuenta de que es imposible caminar en ese camino elegido porque creemos que no vamos a ninguna parte, porque nuestro destino, el que nos ha tocado elegir, no tiene salida, y prefieres hacer un stop, una parada.

Los caminos de la vida, son tantos, que cuando eliges por ir en uno, no sabes ya por dónde salir cuando te das cuenta de que, eligiendo ese camino, te has equivocado y que no vas a llegar a ninguna parte.

Te deseo una feliz tarde de domingo.

Un beso.

Esther dijo...

Hola Emig! yo como ves estos días ando también algo desaparecida han empezado las vacaciones y se sale más.

Este post me ha encantado pues me ha recordado a Alicia en el pais de las maravillas que de pequeña era uno de mis cuentos favoritos,por la cantidad de fantasía que hay en él pero también de verdades.

Es verdad que lo importante es no parar, sentirse vivo sea cual sea el camino,de mente de cuerpo pero moverse,vivir cada instante, hasta esos momentos de relajación que aunque lo creamos la mente no está en marcha, no para ni para dormir porque soñamos..

Besos

Emig dijo...

Hola María!
Tu párrafo inicial sintetiza lo que pienso, y a la vez, me recuerda las veces que no aplico esos ritmos, porque prefiero otros. En los caminos, pienso como tú, que son muchos, pero también creo que es compromiso propio el hacer cada cual el suyo, sin dilación ni temeridad, aunque a veces, creo que puede estarse toda una vida buscando cuál es ese camino...

Besos veraniegos!

Emig dijo...

Hola Esther!

Sí... vamos y venimos de donde estamos o bien de vacaciones o de una corta salida a algún lugar cercano, pero finalmente, nos posamos instantes en los nidos que nos acompañan durante las cuatro estaciones, los nidos que son los blogs...
Una sonrisa, un beso y mis mejores deseos de pases estos días fabulosamente.