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jueves, 7 de febrero de 2013

Decisión o el camino para llegar

"Se mide la inteligencia de un individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar". (Immanuel Kant)

 Vivir es una simple palabra cuyo contexto práctico se demuestra andando. ¿Decidimos andar o nos dejamos llevar por las calles? Quien decide andar debe decidir a la vez más cosas. Debe encontrar lo que los alquimistas llaman la piedra filosofal que es ser uno mismo, y partir de ahí para seguir el Hilo de Ariadna hacia sí mismo. Cuando se camina hacia uno mismo se vislumbra el camino que debe realizar afuera. Acostumbrados estamos a funcionar de afuera para adentro en vez de al revés. ¿Qué aparece cuando es el corazón y no la mente quien manda la orquesta de los sentidos y la voluntad? Mi consideración es que surge la inteligencia creadora, vivimos las cosas con desapego porque las observamos de la misma manera. No estamos habituados a caminar un solo sendero; tampoco acostumbramos a que sea el propio sendero quien marca las pautas y dejar de ser nosotros quienes controlamos los pasos. Buscamos muchas veces lo nuevo, sin caer en la cuenta que lo nuevo se encuentra unido al presente instante, al eterno ahora que palpita en los corazones lacerados quizá, pero ardientes, siempre jóvenes y dispuestos a crear, dar y sentir que recibimos sin pedir; porque el universo está de nuestro lado cuando la silente intención de caminar surge del interior.

"Dejemos esclarecer por el tiempo las dudas. La fortuna conduce al puerto muchas barcas sin piloto". (William Shakespeare)

Podemos dejarnos llevar por las calles, pero ¿qué es dejarse llevar? Hago acopio de otra cita: "La duda: la escuela de la verdad. Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; más si se conforma en comenzar con dudas, llegará a terminar con certezas". (Francis Bacon)
Quien no duda es el corazón. Pero el corazón no nos dice todo lo que queremos saber, porque quien quiere saber es la mente; la mente precisa respuestas inmediatas para dar el siguiente paso en cualquier aspecto de nuestra vida. La duda como escuela de la verdad, permite caminar desde el fluir, y que ninguna duda sea razón de freno o desenfreno. Queremos lo que podemos, ¿podemos poder lo que queremos?, he ahí el camino de las dudas, incertidumbres y quizás fracasos cuando no se  presenta batalla, simplemente porque el peso de la balanza, en vez de medirlo desde la inteligencia lo sumamos con la mente: la mente es el escaparate de lo que nos dice la sociedad; una sociedad viva desde el corazón es una UTOPÍA.

Caminando es despacio, es viviendo, sintiendo.
Caminando es deseando, queriendo, confiando.
Caminando es decidir lo más parecido al latir.
Caminando no es sumar ni restar, es andar y sonreír.
Caminar es amar sin condición,
ser y estar la mejor razón, cual naturaleza viva
es esplendente, llena del compromiso
que une corazón y pasión...

Caminar sin pensar no es dejarse llevar por los vientos ajenos,
es encontrar la propia brisa, la que no dice todo pero acerca
el horizonte de cada día, permitiendo tibias miradas,
calzando momentos como el perfecto pie dentro del perfecto zapato.
Caminar es también navegar por lo sencillo desde lo sencillo.
Abrir brechas en los problemas y descubrir una luz,
relucientes espadas que luchan, voluntades unidas nunca más perdidas...

Caminar es amar.
Si estás andaré, si estás caminaré.
Si no estás andaré, si no estás caminaré;
seguiré siempre el filo de tus ahoras...

Emig
 
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una cosa es la incertidumbre y otra muy distinta la indecisión. Un ser humano se mide por la cantidad de incertidumbres que pueda soportar, pero la indecisión es la falta de criterio y compromiso. En esta situación se encuentran muchas personas en su vida porque no tienen la voluntad de realizar los cambios que exige su compromiso con la vida. Cuantas más incertidumbres sea capaz de soportar es que más dominio tiene de su vida y mayor riqueza posee en sus ámbitos internos.
Por tanto, la solución de las incertidumbres son el afianzamiento y el progreso de una persona.

Pedro Estudillo dijo...

Creo que el corazón tiene todas las respuestas, sólo que perdemos la conexión con él con el correr de los años, tomando el control la mente pensante metepata. Volver a recuperar esa conexión es nuestra tarea primordial, o debería serlo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

un consejo dado al viento, a ese aire del que hablas.la verdadera utopia no es separar mente y corazon,
todo aquello que va unido y separamos lleva cargas dolorosas.igual que no concebimos el mundo sin, sol y luna ,sin dia y noche sin mar y horizonte
no podemos separar mente y corazon, cuerpo y alma ,amor y sentimientos. la verdadera utopia o como yo la concivo es mas simple .vivamos con la mente lo que siente nuestro corazoncon. equilibrio y armonia ese es el camino personal y de compromiso y crecimiento sin separar sin fraccionar compartiendo y comprendiendo los motivos del sabio corazon y la astuta mente,si en nuestro ser hay pureza cual angeles encontraremos el camino.siempre lo hay(nuestro camino)

Angiel dijo...

Encontré tu blog hace un par de días y lo guardé en favoritos porque me parecía que tratabe temas interesantes, para cuando pudiese leerlo detenidamente. Y me encanta, sobre todo esta entrada. Me ha encantado ver la referencia al mito de Minos (soy amante de la mitología) y el sentido reflexivo... además de que me recuerda a Eduardo Galeano y su composición:
"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar."
Espero poder leer por aquí más cosas así.

Un saludo:)