La sociedad ha ensuciado con sus costumbres y tradiciones algo tan hermoso como el amor. En vez de saber distinguir este importante valor de la vida de entre las emociones, la necesidad y el sufrimiento, hacemos una mezcla de todo y, en cada momento es uno de estos factores el que regenta nuestros actos y pensamientos.
Para nada somos libres en la elección, ya que muchas cosas han decidido por nosotros.
En la vida, algo tan importante como el conocimiento de uno mismo, es determinante para Vivir y decidir las cosas realmente importantes. Este conocimiento no está vedado a seres especiales, cuya sensibilidad interna les alumbra cada instante. Esto es para todos los seres humanos que realmente deciden ver el camino de la Vida como un todo lleno de valores y riquezas. Oportunidad cada momento para aprender viviendo siendo Almas además de aquello que también somos cada cual en el escenario que nos ha tocado ser y estar.
Vivimos en un mundo cuyo Sol alumbra cada día, cuyas estrellas acompañan cada noche. Sin embargo, hemos creado una sociedad que ha roto este sencillo ritmo del Universo, pues no apreciamos lo que no da el astro estrella de nuestro sistema solar y tampoco valoramos debidamente el silencio de la noche…
La sociedad nos impele a buscar en el exterior lo que somos. Estamos repletos de conocimientos quizás, pero vacíos de contenido y así, sin demasiado rumbo, vamos por la vida con la única compañía de sensaciones nuevas y vibrantes, con la ilusión de tener más para así afianzar una seguridad en este mundo que hemos creado, olvidando aún más la esencia que nos mueve y da Vida.
A todo esto lo llamamos libertad. Aún sabiendo que no es así. Aún sintiendo la inseguridad que genera el vacío que llevamos dentro, sin entender que la inseguridad existe, pero debemos llenar ese cuenco del interior, el cual, cuando se ve reconocido habla y sonríe…
La voz de la conciencia lo llaman algunos. Otros el corazón. El Alma, la razón. Ahí quizá es donde anida la verdadera realidad de lo que Somos, no solamente de lo que vemos o sentimos pues, la verdadera realidad es imperecedera. Es fruto del camino que nos lleva hacia delante, en un ritmo de acompasada evolución…
Amar no es tener. Amar es sentir algo que forma parte de la Verdad y descubrir en la medida del tiempo la razón de su existir. Amar es también afianzar una amistad que surge desde el interior y el amor impulsa el crecimiento de ese tallo en una hermosa flor…
El amor no es una opción, sino un camino a recorrer desde el interior. Es un peldaño más hacia uno mismo y no se llega a él sólo desde fuera, sino desde dentro. Es un dar sin esperar nada a cambio porque, cuando hay amor, el propio sentimiento o sensación ya es ese algo a cambio.
En la vida pueden haber muchos peldaños. Esfuerzo y atención requieren la mayoría. Cuando nos sentamos en uno de ellos y queremos aferrarnos a él, es que no queremos caminar y no estamos dejando que nuestro espíritu, libre por naturaleza, crezca en la medida de su necesidad.
¿Acaso creemos que todo lo sabemos ya?
Nunca se deja de aprender. Cuando se aprende de verdad, es cuando el camino se observa, es cuando se camina en él y cuando la práctica surge como un ritmo propio y es cuando sólo existe el presente. Sólo así, es cuando el caminante es consciente del mundo que tiene ante él y se deja acariciar por ese Sol y por ese silencio estrellado de la noche, entendiendo que es uno más en este vasto Cosmos de evolución.
¿Qué sustenta la vida en el Universo? El amor.
Entonces, ¿por qué no nos atrevemos a descubrirlo detrás de cada cosa que observamos y vivimos?
Nos mueve muchas veces mucho más la necesidad que una aspiración humilde de caminar. Nos mueve muchas veces más el buscar que el propio sentido del vivir. Así vamos dando tumbos por la vida y, en ocasiones, damos vueltas en círculo… el propio círculo que nosotros mismos hemos ido haciendo y, de tantas veces que hemos pasado por él, está hundido y nos limita la capacidad de andar, de movimiento… de libertad.
Esto, según pasa el tiempo se convierte en un hecho consumado y, nadie más ha decidido tal acción sino uno mismo…
La realidad hay que observarla. Nunca imaginarla pues la realidad siempre está presente y no es necesario volverla a inventar. Inventamos cosas para cambiarla, modificarla, adaptarla a nosotros mismos, con lo cual, tergiversamos esta Verdad a nuestro antojo y, cuando pasa el tiempo y vemos que las cosas no van bien, echamos la culpa a la vida, cuando ésta no tiene nada que ver con las decisiones que tomamos.
El amor es una decisión también. Para que sea una realidad debe ir acompañado del propósito de uno mismo. Para sentir amor hacia fuera, primero hay que sentirlo desde dentro, tener ese espacio vital libre de autocompasiones, luchas, incertidumbres y el amor real es quererse a uno mismo pues, no podemos ofrecer perfume si primero no somos una flor…
1 comentario:
Gracias por ponerle palabras y tan bien puestas!
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