“Hay dos maneras de difundir la luz... ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja”. (Lin Yutang)
Actualmente ¿y quizás ha sido así siempre?, creamos y estamos rodeados de multitud de circunstancias y formas de pensamiento, culturas y creencias, hábitos trasnochados; y todo ello dentro de un sistema del que hablamos más desde la crítica y el desasosiego, además conscientes de que es una herramienta muy caduca, condicionada, polarizada en lo económico, trastocada por el egoísmo y poco o nada actual a las verdaderas necesidades tanto propias como sociales.
En la sociedad, hemos implementado la razón de la sinrazón. Y así nos va…, porque lo que sentimos, imaginamos incluso soñamos queda como un mundo aparte del que vivimos; nos hemos acostumbrado a vivir así y a eso le llamamos vida. ¿Hacemos de nuestra parte algo para cambiar esta situación que en realidad es la prisión de nuestra voluntad?
El llamado progresismo por algunos ha resultado ser la mejor argumentación de la propia decadencia. La rentabilidad ética es por doquier una necesidad cada vez más abrumadora. Lo personal llena nuestros espacios de vida y nos sentimos repletos de obligaciones pero faltos de aire puro. La dicotomía se plasma en nuestras vidas, somos pasto de la indecisión y vivimos sobre la marcha en vez de desde la reflexión.
¿Dónde anida la reflexión? Creo que sigue donde siempre y se llama luz. Esta luz la encuentro como resultado de la esencia que surge cuando, además de seres humanos, somos un alambique que aprende cada día más a destilar la propia esencia y vivir de acuerdo con ella.
Lo primigenio sea quizás lo que llamamos el siempre ahora. Encontrarlo es conquistar desde las pequeñas cosas cotidianas la propia coherencia y hacerla continuidad en nuestras vidas…
Observemos: ¿quiénes opinamos, por ejemplo, que en este país vivimos —sufrimos— políticamente una partitocracia? Hay quien dice que esto no es democracia… Una situación que influye en nuestro presente y devenir, ante la cual ¿qué hacemos? No hay mejor acción que la consecuencia de nuestra reflexión, aunque ello resulte un trabajo añadido a nuestra vida. ¿Prevenimos el incendio o directamente nos hacemos bomberos y llenamos nuestras casas de extintores? Vivimos una coalición con las sombras siempre y cuando no trabajemos desde la luz y para la luz; es por ello que, si no podemos ser lámparas, seamos espejos que reflejen luz; pero para ello debemos estar delante de ella.
Emig
Actualmente ¿y quizás ha sido así siempre?, creamos y estamos rodeados de multitud de circunstancias y formas de pensamiento, culturas y creencias, hábitos trasnochados; y todo ello dentro de un sistema del que hablamos más desde la crítica y el desasosiego, además conscientes de que es una herramienta muy caduca, condicionada, polarizada en lo económico, trastocada por el egoísmo y poco o nada actual a las verdaderas necesidades tanto propias como sociales.
En la sociedad, hemos implementado la razón de la sinrazón. Y así nos va…, porque lo que sentimos, imaginamos incluso soñamos queda como un mundo aparte del que vivimos; nos hemos acostumbrado a vivir así y a eso le llamamos vida. ¿Hacemos de nuestra parte algo para cambiar esta situación que en realidad es la prisión de nuestra voluntad?
El llamado progresismo por algunos ha resultado ser la mejor argumentación de la propia decadencia. La rentabilidad ética es por doquier una necesidad cada vez más abrumadora. Lo personal llena nuestros espacios de vida y nos sentimos repletos de obligaciones pero faltos de aire puro. La dicotomía se plasma en nuestras vidas, somos pasto de la indecisión y vivimos sobre la marcha en vez de desde la reflexión.
¿Dónde anida la reflexión? Creo que sigue donde siempre y se llama luz. Esta luz la encuentro como resultado de la esencia que surge cuando, además de seres humanos, somos un alambique que aprende cada día más a destilar la propia esencia y vivir de acuerdo con ella.
Lo primigenio sea quizás lo que llamamos el siempre ahora. Encontrarlo es conquistar desde las pequeñas cosas cotidianas la propia coherencia y hacerla continuidad en nuestras vidas…
Observemos: ¿quiénes opinamos, por ejemplo, que en este país vivimos —sufrimos— políticamente una partitocracia? Hay quien dice que esto no es democracia… Una situación que influye en nuestro presente y devenir, ante la cual ¿qué hacemos? No hay mejor acción que la consecuencia de nuestra reflexión, aunque ello resulte un trabajo añadido a nuestra vida. ¿Prevenimos el incendio o directamente nos hacemos bomberos y llenamos nuestras casas de extintores? Vivimos una coalición con las sombras siempre y cuando no trabajemos desde la luz y para la luz; es por ello que, si no podemos ser lámparas, seamos espejos que reflejen luz; pero para ello debemos estar delante de ella.
Emig
Blogalaxia Tags: Lectura+pensamiento+filosofía
6 comentarios:
Grande eres amigo!
Gracias
Un abrazo
Siempre me sentí espejo frente a ti, lo sabes.
Posees un hermoso candil dentro de tu corazón. No dejes de alumbrar, querido amigo.
Un beso de colores de luz, esta vez...
Natacha
Me alegra mucho volver a leerte, Emig.
Feliz fin de semana.
Un beso.
Lo bonito de todo esto es que cuando nos concienciamos en ser espejos, automáticamente nos convertimos en faros emisores, o mejor dicho, volvemos a ser lo que siempre hemos sido y un día olvidamos: LUZ.
Un abrazo, querido Emig, y para todos tus seguidores, entre los que me encuentro.
Concuerdo absolutamente en algo: el cambio y la determinación son individuales. Si no podemos ser una antorcha para el mundo, es nuestro deber mantener encedida la pequeña luz de nuestro corazón y dejar que nos guíe por nuestro propio camino y a través de este mundo.
Solo así nuestro 'cristal' estará limpio para reflejar la luz..
besos miles Emig!!
Siento alegría y agradecimiento por vuestras palabras y amistad. Un abrazo amig@s.
Hablar de la luz me motivó el simplemente observar. Igual me da que sean épocas de elecciones o cualquier momento de la vida; pero concluyo en la necesidad de esa luz que llevamos todos ingénita.
Emig
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