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domingo, 23 de noviembre de 2008

Creamos en la medida en que creemos...



"Por lo tanto, ¿puedo mirar [la codicia] sin la palabra, sin la asociación de las palabras? Eso no requiere disciplina o práctica, no necesita un guía. Simplemente esto: ¿puedo observarla sin la palabra? ¿Puedo mirar ese árbol, a la mujer, al hombre, al cielo, al firmamento, sin la palabra y descubrirlo? Pero si viene alguien y me dice: «Le mostraré cómo se hace», entonces estoy perdido. Y el «cómo se hace» es todo el negocio de los libros sagrados. Lo siento. De todos los gurús, los obispos, los papas, de todo eso".

Diálogos con Krishnamurti



¿Pulir los instantes o dejar que se sucedan?
¿Vivir el momento con pesadez o como viento?


Dejamos que las palabras suelten un lastre psicológico, las cargamos de emoción, despecho; olvidamos la verdadera matriz donde mora la causa y la razón desde donde vivir con ilusión: alma.


¿Dónde se perdió la sagrada sincronía? ¿Hubo algún tiempo donde latir y vivir eran unísono existir? Quizás lo hubo antes del desmadre de la palabra, cuando ella era sólo mirada y musicalidad callada...


No es escribir lo que quiero. Prefiero callar y dejar de mirar el inmenso flujo y reflujo de información, donde la sensación de uno mismo parece no existir; aunque sigo pensando que es la verdaderamente inocua.


Hoy soy retazos que pretenden transparencia y no me ha pasado nada especial, sigo siendo el mismo que todos ven cuando me miran. Pero tengo una duda que parece demencial: ¿en qué creemos?


Por supuesto no hablo de creencias dogmáticas, pero sigo discrepando del valor de la palabra usada para definir, en vez de para vivir. Yo creo en la existencia del propio idilio. El que no traduce ni moldea, el que quiere guapa o fea a la vida y la ve desde lo natural que enseña la Naturaleza y no cualquier nueva proeza, de esas que llevan etiqueta de precio y te hacen sentir necio al pagar.


En algo habrá que creer. Creer que podemos crear ya es un comienzo.

Instantes vacíos esperan. Unos vienen, otros suenan o decoran lo que la mente no llega atisbar, porque ella es sólo preguntar y razonar, etiquetar y buscar un nombre para el todo diseccionado.


Creamos en la medida en que creemos dejando atrás el temor. Olvidando cualquier recuerdo incluso el antes. Veo el creer como inicio de algo nuevo sin estar sujeto salvo a las leyes del universo... ¿Las conocemos? Yo no; pero me temo que no son las nuestras, cuales rondan como vicisitud del péndulo que depende de la dependencia, de lo artificial que la palabra nos convence cuando lo racional es sinónimo de nuestro ser y estar.


Creer es imaginar el día nuevo de verdad. Postrar la actitud en esa esencia sin mente, y sin divagar viajar por el adentro de la conciencia. Sin hablar de ella, sin hablar de nada. Dejar las páginas llenas y escoger una en blanco, pero no para escribir, sino para leer como nunca hemos probado... ¿dónde está el nuevo guión? Seguramente muy cerca...


Emig

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martes, 18 de noviembre de 2008

Colores o calores naturales

Un pensamiento vagabundo cambia el color de nuestro cielo, convirtiendo el paisaje en lo que no es. Pero lo sigue pareciendo, pues es la misma ventana sin cristales. Nada entorpece la mirada salvo ese nuevo pensamiento, cuya fuerza va ganando efectividad, traduciendo la verdad en real.
Un recuerdo convierte el presente en otro tono. Haciendo desaparecer la objetividad,
y lo que comienza siendo una distracción, se convierte en la nueva sinergia de ese instante cuyo poder no controlamos desde el ser.

Nuevo instante; pero quien observa no aprecia ilusorio el tono que refleja su mente. En esta ocasión no ha habido cambio a mejor, pero ha habido cambio y surge el conformismo de aceptar como real el nuevo invento mental.
¿Por qué siento un color y veo otro? Es la pregunta que se hace mientras observa.
La dicotomía de la indecisión convierte el mensaje de lo real en un nuevo tono, agradable quizás, pero irreal...

...Irreal y, tras reflexionar unos momentos, ve más cercana una sensación que parece tener la misma edad y el mismo tiempo vivido, sólo que, el tono verde aparecido, demuestra que al soñar estaba dormido...
...Dormido porque soñamos de verdad cuando no pensamos ni decimos adiós a nada...
Infinitos tonos pueden haber, inventados todos como bien, resultantes la mayoría de vivir la cárcel de la mente, desde eso que llamamos tradición o norma. Hábitos que cuidamos sin reconocer que podemos llegar a ancianos y fenecer sin haber aprendido.
Quizás el Nuevo Mundo sea simplemente despertar, abrir los ojos y virar despojados de costumbres; unas religiosas y muy perniciosas porque todo lo que no sea Unir es separar.
¿Necesita doctrina la libertad?... Lo mismo que al verdadero orden la política...
¿Necesita permiso el amar? O sea solamente escuchar el interior, crecido desde la propia conciencia y no desde la autoridad que rige la ciencia que hemos creado con la paciencia del desamor, al servir libros de conceptos medidos, quedando aturdidos al dormir, queriendo escapar por ahí, y atrevernos a llamar al día siguiente vivir...
A veces veo un campo de flores inmenso, pero con perfumes enrevesados, inquietos, aviesos...
En ocasiones lucimos luz. Me pregunto si artificial o natural. O nos dejamos llevar al socaire del primer viento, cuando desde el cielo, también somos un pequeño firmamento.
Escueta es la palabra cuando la dice el corazón. Inteligente la frase cuando surge de la esplendente mente, vacía de todo y dispuesta a crear, desde lo más pequeño, el sentido del amar, que es el camino hacia lo sempiterno.

Cambiar, dice el sabio. Transmutar, dice el alquimista.

Emig
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viernes, 14 de noviembre de 2008

Diorama


Diorama:
Lámina transparente pintada por las dos caras que permite ver imágenes distintas según sea iluminada por un lado o por otro. A veces un diorama puede dar la impresión de estar en movimiento.


La alegría amanece al entonar el propio canto.
Nada comienza o termina; nada perece cuando la conciencia es abrigo, y así, la tristeza desaparece.
El deseo no es impulso llevadero sino cansino. Es como la muleta del que ya no está cojo pero ha ido tanto tiempo con ella que olvidó para lo que era.
—Ya vendrá la primavera -dice el poeta.
También dice que cada ciclo forma parte del continuo vástago que la vida nos regala en su manifestación.
¿Vástago de qué?
De sensación; imaginar desde dentro es vivir la creación.
Se hace camino al andar, dice la rueda de molino.
Se hace camino al amar, dice el libro de la vida.
Así comienza la verdadera partida.
Justo donde termina allá donde miran los ojos, se encuentra acuosa y libre la ética del conocimiento. Soberano lugar donde la palabra es dulce viento, y el bienestar es un firmamento donde la alegría es fomento.
Callar el pensamiento es leer lo que el momento dice desde el alma.
Es vivir cerca de la verdadera necesidad que tan poco pide y que tanto da.
Es beber sin apremio, sintiendo que mío y tuyo somos dos como uno.
Es saltar la penumbra que alumbra el pasado, y vivir el recato del tiempo ausente, en el presente.
Encontrar la sintonía es sentir alegría. Regocijo de la mente que torna de lo impío a lo real; porque ha entendido el sufrimiento como parte de lo ficticio creado por la humanidad para esconder en soledad, lo que sabios y doctos llaman la verdad.
Sapiencia es también paciencia. La impertérrita esencia está tras los muros de la incertidumbre; y aparece cuando la cuestión se torna reflexión con la mordaza del silencio, que descubre el corazón cuando deseo y frustración, cuando error y ambición se vuelven velas sin viento, convirtiendo dilación en sincera expresión... del alma.
Los encantos de la diorama pueden ser brillantes hoy errantes mañana...
Elegir es vivir el sendero donde dar es recibir alegría. Felicidad, dicen que esto será algún día...

"Y la alegría sonrío a la tristeza y ésta comprendió cuando tiempo perdido"

Emig

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domingo, 9 de noviembre de 2008

Escribiendo nubes


Por la noche son las estrellas y de día son las nubes donde leía.
Pero no. Leer mensajes que se están haciendo y creer que algo está naciendo es la farsa más dulce que la imaginación, esta vez perversa, desea interpretar de lo inconcluso que aparece de los pensamientos e impulsos diversos.


¿Dónde está la magia? En creer que podemos hacer las nubes propias desde lo interino de cada cual que habita más allá de la reflexión que es la interiorización del propio reposo asumido, cual firmamento prohibido...

El verdadero deslumbre está en la decisión de la propia acción. La propia, no la dictada por ninguna nube o estrella. Ellas escriben lo que hacemos, pero quizás no lo que tenemos pendiente. De ahí que cada presente propicia renovación desde el atisbo de la sensación ya madura, la que vive y perdura como imperecedera esencia de lo vivo. Vivir desde lo positivo, auténtico y poco más es camino sin retorno.

La forma surge magistral cuando somos su maestro cada cual.

(Quizás) la mayor certeza sea crear y más crear desde la raíz de lo siempre nuevo... pero, ¡qué curioso! creamos desde lo que se ve que luce desde el tallo... olvidando la raíz, cuya esencia nos mantiene unidos y amigos...


Abrimos puertas y dejamos entrar muchos vientos y muchas muecas. Llenar el vacío desde fuera es craso error. ¿Y dejar el vacío para escuchar el eco del propio latido?


Amueblarse de la apariencia es olvidar la esencia. Vivir la conciencia es sufrir la desavenencia que produce el cambio. Sin ser otras manos ni otro barro, ni cambiar por dejar de amar... lo único que no hay que olvidar es el mar de la evolución y su continuidad.

Ningún asueto perdura en el verdadero andar.


Si hoy es amor y mañana es viento que así sea.


Si hoy es locura y mañana cordura lo querrá así el tiempo.

Pero que cada día sea también cada muestra de lo que entendemos como amor hacia todos, y nuestros pies no serán frenados por lodos. Formaremos parte de la equidiscencia del logos o Hacedor y viviremos sin temor tanto lo sublime como lo horrible, porque no es lo mismo creerse la vida que saber de cada paso algo de ella.


Humilde es la raíz, hermoso el tallo, precioso el color y candoroso el perfume de cualquier flor...


¿Somos flores furtivas o perennes?

Emig


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viernes, 7 de noviembre de 2008

Latidos o titubeos

... No siempre son metáforas ni palabras quienes me llevan hacia donde no sabría definir. Son pequeñas decisiones las que me hacen dejar de sumergir mis múltiples caras de antaño, cuando me mimetizaba con facilidad, y la máxima proyección de mí era acompañar la gran pantalla que hacíamos entre todos los amigos de entonces...

Pasa el tiempo y lo que realmente queda es uno mismo, en realidad siempre es así. Por lo menos en mi caso, aun sintiendo titubeos, encuentro mi andar coherente aunque diferente al de muchos. Pasos que últimamente doy, que son principios de algo que desconozco, justamente porque se trata de mí mismo; el abnegado silencioso de antes, el Cristóbal Colón de ahora, que sin moverse apenas, intuye y siente la seducción de sí mismo.

Encuentro el tiempo de otra manera. Creo nuevos espacios que algunos leen y quizás comprenden; incluso yo mismo enciendo alguna luz al dejar escritas palabras abiertas que no son dudas inciertas de mi mente, sino camino de andante hacia mi corazón, descubriendo el Quijote como el Sancho, sintiendo la Dulcinea sospechando que es el alma, pero también la bella dama...


Encomiables instantes y sensaciones me siguen. Menos apariencias vivo ni me persiguen. Escojo a dedo pero apunto firme. Me equivoco poco porque no pienso como hacía. Me dejo llevar por la vía entre intuición y alto balcón y acierto cuando piso presente desde la serena expectación. En cosas ya no vivo la dilación, en otras la premura es mi encierro. Pero quien a hierro mata a hierro muere y no quiero morir, acaso vivir y para mí esto es más que nada descubrir, volver a llenar el cuenco en la misma medida que lo vacío, dejando lo nuevo que no se aprecia desde fuera pero se siente desde dentro y no importa no saber explicar. ¿Acaso es necesario demostrar?


No busco el cambio pertinaz porque suena voraz y engañoso. Elijo lo que la Naturaleza hace y dice, que leo como instantes de bondad repletos de conciencia de causa. Es por ello que no me busco con avidez, sino me dejo llevar y así no me ofusco. Solo que voy a un compás que no parece ningún ritmo, vivo muchos ruidos pero entiendo la distorsión y acepto cada vez más el silencio del corazón...

¡Menudo silencio a veces! ¿Tanto miedo a volar y perderse?

Así lo nuevo siempre será. Así el alma nunca se verá desde la cercanía y será la mente fría quien dirigirá la cofradía...
Algo habrá que cambiar. Y no veo sólo algo sino mucho. Pues entonces, por algo habrá que empezar. Divagar es perder el ritmo del propio latido. Impacientarse es tener a uno mismo que remolcarse. Dar cabida a la palabra ausencia es no reconocerse, no aceptarse.

No partimos de cero nadie. Ningún camino comienza... la Tierra es redonda... paciencia.


En vez de pensar, mejor la mente vaciar y entre nubes y claros mensajes habrán, que quizás harán los ojos llorar, pero esta vez con lágrimas de renacimiento.

No hay parto sin dolor ni nacimiento sin contento.
Creo que estamos llenos, pero para verlo hay que vaciarse primero. No es ver para creer. La creencia hace muda la conciencia. Observar la evidencia es esencial, como lo sencillo es imparcial; a veces es la señal de que no hay bueno ni malo porque el Ser es espiritual, aunque desde lo terrenal lo entendemos igual que lo que hemos creado.

Hoy toca ver lo otoñal porque es lo natural. Ver, vivir, tocar... danzar al ritmo del ciclo y así nunca esperar. Observar desde el esmero delicado del alma y no con ojos de buen cubero.


Cambiar... eso hace el instante. Apostar... eso hace el que juega. Vivir... eso hace el caminante. Amar... eso hace el que sueña.


Emig

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miércoles, 5 de noviembre de 2008

Perspectiva


"La bala que dices te ha matado, no te ha matado, te ha enseñado a morir".
E.B.P.

O bien fuertes tempestades azotan litorales, o es una premeditada calma llena de vacío seco quien fluctúa y sostiene lo que ya no es equilibrio.
La danza suave que ayer era nuestra vida, hoy es danza macabra y soez. Los ritmos se tornan distintos y en vez de descubrir alegría vuelven los instintos, y el andar se torna angosto, contra corriente... hablo de la propia.

Creemos que todo nos pasa, y no caemos en que la mano que mece la cuna es adulta y por ello no indulta el recuerdo que ya pasó. Buscamos la calma escribiendo y encontramos al tiempo corriendo, de aquí para allá riendo, pero al descansar sufriendo las moraduras de golpes lacios por equivocaciones de tiempo perdido.

La propia inquietud se ha desbordado en muchos frentes, multitud de estandartes proclives, pedantes, incidiendo en el ánimo y convirtiendo alegría en sonrisa pusilánime y vacía...

La perspectiva del aprender es camino de reencuentro. Necesaria la tranquilidad y el sosiego. Dejar de ser títeres que se dejan llevar, pero también dejar de mover los hilos que convierten las vidas de otros en marionetas. No es necesario ser anacoretas para llegar a entender que observar es simplemente ver, y así dejar de creer en los sueños de necesidad, y vivir los que la vida nos regala de verdad...

¿Pero sabemos ver sin pedir? ¿Dejar que cada cosa sirva a su propio destino?
Me gusta pensar que abrir los brazos es para dar también abrazos, y abiertos también para recibir eso que llamamos vivir desde el amor de la amistad, la amistad del amor...

Hoy no soy serenidad pero tampoco furia. Soy tranquilidad ignota. Lo nuevo no se estanca ni sobrevive cuando el alma acude libre a su propio encuentro. Lo que la forma me dice hoy son suspiros, mañana papiros de antaños recuerdos cuyas nostalgias perdidas acunan lo que no fue, porque el libre albedrío supeditado está al Ser, que repite su suerte ciclo tras ciclo por no querer aprender que hasta una bala no mata, enseña a morir...

Hoy prefiero andar con la mente clara, y así desde el alma amar...

Emig

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